domingo, 13 de noviembre de 2011

La explicación inconsciente – Héctor Ranea


Sin quererlo, el narrador había contado la razón esencial de por qué Lucille Ball escuchaba la radio cuando cerraba la boca. La actriz debió dormir con la boca abierta para no interrumpir su sueño con la música que ella consideraba estridente de un tal Elvis y el cerebro de mosquito que parecía tener fuego en el culo que tocaba un piano amarillo (aunque de eso no estaba segura porque su televisor era en blanco y negro).
El asunto era que Greg House pasó por su serie y dejó una estela de distorsión espaciotemporal severa, ya que hacía de cantor de rumbas en la banda de Desi Arnaz y desafinaba tanto que el Director no sólo lo echó sino que le quería meter un perro similar a un Dachshund por la oreja. 
Antes de emigrar en el periplo que lo hiciera famoso, el narrador de marras le indujo un sopor hipnótico a una de las vecinas de los Arnaz y ésta se convirtió en un ente con las mismas costumbres alimentarias que un zombi, por lo que fue capturada por el Dr. Kildare (que por entonces se veía obligado a trabajar de bombero voluntario para pagar una multa de estacionamiento) y alquilada tiempo parcial a Ed Woods, quien hizo de ella un adorable Monstruo del Círculo Caucasiano película que no pudo estrenar porque el Senador McCarthy lo amenazó con un juicio por comunista debido al uso de la palabra “caucasiano”. 
En definitiva, Woods se la pasó a los Locos Addams pero allí se hizo cocainómana, induciendo a Wednesday al mundo de la droga. Triste final para una aventura médica de un loquito suelto.

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