miércoles, 9 de noviembre de 2011

Composición tema la vaca – Sergio Gaut vel Hartman


—¿Feliz cumpleaños? ¿Usted cree que me produce felicidad cumplir doscientos cuarenta y siete años?
El matarife contempló a la vaca y guardó sus enseres en el bolso una vez más. Hacía un siglo que todos los años cumplían con el mismo ritual. La vaca era sabia y vieja y en rigor a la verdad no era una vaca sino un ser extremadamente evolucionado del planeta Tohayón, en el sistema Desplumado que había llegado a la Tierra por accidente, debido a un desperfecto de su nave. Sin embargo, Oglat'oplad se parecía tanto a una vaca que cualquiera habría pagado una fortuna por hacerse un asado con ella.
—Arreglará por fin la nave y se irá, ¿no es cierto? —Olegario Santos, nacido y criado en Bragado, Megaplata, amaba a la vaca con un amor exento de esperanzas. Y por culpa de ese amor se había recibido de matarife en un mundo vegetariano; se moría virtualmente de hambre.
—No, no me iré. He renunciado a repararla. ¿Todavía quiere que nos casemos? Olegario Santos lo pensó un momento; pensó en su santa madre, en su santo padre, que no era otro que el papa Maledicto II, y en San Guche, el patrono de los matarifes desocupados. Terminó de pensar y dijo: —No.
—¡Qué pena! —se apenó Oglat'oplad—. Me hubiera gustado coger con usted.
—Yo, en cambio —dijo Olegario— hubiera preferido una relación más casual.
—¿Más casual? ¿Y eso qué significa?
—Encontrarnos por casualidad en un planeta errante, a cientos de parsecs de cualquier lugar.
—Y coger —insistió el alienígena con aspecto de vaca.
—Mmm, no. Yo pensaba más bien en algo platónico. ¿Se da cuenta por qué le digo que nuestra relación no tiene esperanzas?
Oglat'oplad volvió grupas y dejó a Olegario solo y consternado. Supimos, a la mañana siguiente, que se había entregado a un neeble de Oriflama, un alienígena purulento y desagradable. Lo hizo por despecho o desubre, si se me permite acuñar el término. Se suicidó un mes más tarde y donó su cuerpo a la Facultad de Medicina de Harvard, con fines de estudio, pero nosotros bloqueamos el envío y le dimos un uso mucho más acorde con las sanas costumbres de esta tierra. No quieran imaginar lo que eran las mollejas...

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

No hay comentarios.: