Me levanto pesadamente del suelo y me arrodillo sobre los rasposos ladrillos que lo forman. Mis manos, cubiertas de lodo y el resto de mis brazos, frotados y sucios. Pero no soy el único encerrado en aquella húmeda y oscura jaula, porque otros diecinueve niños se encuentran también allí. Nos miramos las caras, aterrorizados. De repente, se empiezan a oír pasos acercándose a la jaula. Todos escondemos el rostro entre las manos y contenemos la respiración. Sabemos quién nos va a venir a visitar, y tenemos miedo. Es el que maneja nuestro destino. Los pasos se acercan cada vez más. A continuación, una puerta rechina y se cierra fuertemente tras nosotros. Un hombre ríe por lo bajo y escupe el suelo. Cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que el Oficial no decida llevarme a mí. Pero, repentinamente y a pesar de mis deseos, el hombre comienza a tirar de mi camiseta sucia para que me ponga de pie y lo acompañe. Le obedezco. A continuación, susurra unas palabras en mi oído…
—… los Trópicos y los Círculos Polares. Usted, Florencia, ¿podría explicarme de qué trata este texto?
Un escalofrío recorre mi cuerpo y activa el regreso de mi atención. El profesor de Geografía ha finalizado la lectura y ha comenzado a hacer preguntas. Mejor leo algo del texto por las dudas me pregunte a mí.
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