Desde que los desastres naturales, las guerras, los asesinatos y los suicidios masivos incrementaron el déficit en la capacidad de los cementerios terrestres y la especulación inmobiliaria terminó por limitar las posibilidades de ocupación de nuevos terrenos para el descanso en el más allá, la Luna ha empezado a cotizarse cada vez más como camposanto. Puede usted elegir entre pequeñas fosas en los cráteres menores, baratos nichos en los cráteres polares, o sofisticados panteones en las exclusivas regiones oscuras: a aquellos que quieran asegurar la Paz Eterna, se les sugiere reposar en el Mar de la Serenidad, para los que creen que la fiesta prosigue en la otra vida, nada mejor que el Mar de la Fecundidad. Los aventureros encontrarán acogedora la cordillera de los Alpes lunares. Las parcelas pueden adquirirse a plazos, con facilidades especiales para los poetas, quienes, ya se sabe, debieron ser desalojados de sus propiedades años antes, a fin de emprender tan ambicioso proyecto urbanístico.
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