Hace tiempo que mi cabeza y mi corazón no se hablan. Ya no se escuchan, no se soportan. Se han alejado irremediablemente. Esa separación, este divorcio, me ha fracturado en dos. En dos seres enemistados que se observan con recelo. La cabeza es avispada, quimérica, ser ríe de mí, se ríe de todo. Ella piensa, crea, destruye, inventa mundos, imagina historias, se desborda. Camina, corre, vuela. El corazón es atolondrado, es grande, pero se comporta como un niño pequeño. Camina torpe, late ingenuo. Cuando la cabeza se ríe maliciosa, él llora. El corazón es lento y pausado. Él sueña, acaricia, susurra, gime y siente. A veces salta entre las nubes, percibe lunas, mira a lo lejos y se queda absorto, como perdido. "Eres bobo", le dice la cabeza. Él no escucha. Tengo que solucionar esto. Hoy he hablado con mi cabeza; ella me lo ha dicho claro, no me aguanta. Que esta situación cambia de rumbo o que lo nuestro se acabó; que ahí me quedo con el tonto ése del corazón, con los unicornios y con las princesas. Es capaz de hacerlo. Mañana intentaré hablar con el corazón. Me cuesta; todo son excusas, no veo el momento. Es tan cándido, tan incauto, pero sea como sea tendré que encontrar el instante y decirle cuatro cosas claras. Que espabile, yo sin cabeza no me quedo.
Tomado del blog Caleidoscopio
1 comentario:
Que disociacion!!!!
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