—Chamana rompe brujería —dijo la de mirada oblicua.
—Más que eso. Necesito otro tipo de estímulo —dijo el cliente.
—Chamana amarra vínculo con su pareja —enumeraba ella.
—Te quiero para otra cosa, nena —insistió él.
—Chamana recupera correspondencia de amor —siguió la de los ojos de bruma.
—Me rehúyes, pero es inútil, necesito tu cuerpo.
—Chamana pone cuerpo en almas abandonadas —pero al decir esto, la voz cambió. Esto fue notado por el cliente, que había puesto demasiado énfasis en su deseo y olvidó la regla que había puesto la Chamana al entrar, a saber: —No toque Chamana o color de ojos provocará cuerpo habitando otra alma.
En ese momento, él no le dio importancia pues pensó que era apenas una excusa por si fuera un policía investigando la prostitución. Ahora, en cambio, la voz nueva de la Chamana le ponía otro significado al asunto. Los colores de los ojos comenzaron a cambiar, de bruma a suelo, de clorofila a leche, de soles a tequila.
Al despertar, el cliente se reconoció en el espejo, pero no en el pensamiento. La Chamana, al lado de él le decía:
—Chamana puso cuerpo en alma de imbécil —y él adivinó la sonrisa en la de ojos oblicuos.
Salió de ahí con resquemor, pero no muy desesperado. Después de todo, siempre había sido un imbécil.
Héctor Ranea
4 comentarios:
Muy ingenioso, maestro.
El hombre que se enfrenta a su propia imbecilidad.
Hay que recordar que neuronalmente la mayoría pudiésemos ser catalogados por imbéciles, ya que la mayor parte de nuestra capacidad cerebral no se utiliza.
Algo decían la última vez que escuché éste concepto, acerca de que las mayorías operan al diez por ciento y los genios llegan a alcanzar un quince.
Que incluso lo que llamamos genio se puede lograr con un poco de talento y un exceso de trabajo, lo cual desde cierto parámetro tiene entre algo de trampa y algo deformado en el ego o en la autoestima.
Pero tu cuento, aún dice mucho más.
Y te deja pensando.
Gracias, Carlos! No merezco ni ahí el título, pero lo agradezco. En cuanto a los hemisferios, ojalá y supiera si uso más del 1%. Quién sabe... ;)
Lo cierto es que esas chamanas que nos pasan avisos mano a mano en las calles pueden enredar a uno con su "otro lado"
¡¡¡¡Chamagnífico!!!!
Gracias, Javi! Como suele suceder, éste es un aviso callejero de esos que colecciono a través del cuento.
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