viernes, 22 de julio de 2011

Infierno chico – Sergio Gaut vel Hartman


Tras asesinar a su esposo, Victimio Delbalazo, la ponzoñosa Varicela Propagada se entregó al comisario del pueblo, Justiciero Relativo.
—Lo maté porque era mío —dijo la asesina parafraseando el título de una famosa película francesa—. Y el universo conspiró para que el disparo llegara a destino. —No fue un comentario menor, teniendo en cuenta que Varicela padecía de una retinopatía severa, la amaurosis congénita de Leber, lo que en buen romance significa que no veía un carajo.
—¿Y cuál fue el móvil del crimen, si se puede saber? —dijo Justiciero.
—Victimio me engañaba con mi imagen reflejada en el espejo —aseveró Varicela—. Y como todo el mundo en este pueblo sabe, yo a esa no la puedo ver.
—Es motivo suficiente; está disculpada —dijo Justiciero, que además de comisario era juez. Los pueblos chicos tienen esas cosas—. Y perdonada —agregó, porque también era cura—. Vaya a su casa nomás y tómese un comprimido de Hidrocodona cada seis horas, así no me sufre la pérdida de su amado marido —concluyó, porque al mismo tiempo que todo lo demás era el médico de Ornitorrinco Muerto.
—Gracias, Justiciero. —Varicela se disponía a retirarse la comisaría-juzgado-iglesia-hospital cuando un inesperado pensamiento la detuvo en seco—. ¿Puedo preparar un buen guiso con el cuerpo del Victimio?
—Siempre que me invite —respondió Justiciero—, claro que sí. —Y le guiñó un ojo a la asesina absuelta, pero ella no lo vio.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

No hay comentarios.: