viernes, 29 de abril de 2011

Los Otros - Jesús Ademir Morales Rojas


De nuevo aquellos seres nos acosaban, nos sumían en un estado de consternación y terror. Al principio, apenas y habíamos percibido algunas señales de su intrusiva presencia. Eran breves manifestaciones que habían perturbado la paz rotunda de nuestro espacio. Sin embargo, poco a poco fueron aumentando en intensidad, como si ellos supieran de nosotros y trataran de ahuyentarnos una y otra vez.
A veces nuestra comunicación se veía interrumpida por ciertos sonidos en la pieza contigua y al querer descubrir cuál era la causa, los otros escapaban raudos y cerraban la puerta de la cocina, o de la alcoba. Era espantoso saber de los otros y no poder hacer nada por evadir su oprobioso estar. Poco a poco intentamos ganarles terreno atreviéndonos a deambular libremente por más espacios de la casa, para evitar así que la tomaran por completo.
Ellos huían hacía la parte más alejada de la casa, escuchábamos sus susurros trémulos, sus pasos sigilosos, su hurgar continuo en todo los objetos de nuestro espacio. Finalmente nos decidimos y penetramos con resolución en el último cuarto de la casa. Los otros habían escapado, estaban afuera. Por un momento percibimos su odiosa respiración del otro lado de la puerta. En su precipitación, ellos habían dejado caer un ovillo de estambre, uno de cuyos extremos se pasaba por debajo de la puerta y temblaba. Llenos de júbilo comenzamos a tirar del estambre con frenesí y ellos, que al principio resistieron un tanto nuestra fuerza, terminaron por ceder dejando caer el otro extremo del hilo.
Nuestras risas se transformaron en rugidos (feroces) de ciega alegría y más cuando los vimos alejarse de la casa, llenos de miedo y derrotados, tras haber arrojado la llave para cualquier lado. Justo en ese momento, nuestras risas se hicieron llanto espantoso, aullidos que nunca cesarán, al descubrir con horror que nos habían dejado encerrados en el vacío de esta casa donde no ha habido nadie jamás.

Morales Rojas, Jesús Ademir
Jesús A Morales Rojas en Heliconia

1 comentario:

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Inquietante, Jesús. Tu narrativa crece día a día, te afianzas, te afirmas...