Estás rugosa en mi recuerdo, y como la espalda del río, muchas rocas limitan tus orillas. Reflejas la disciplina solar en tu quemada piel. Los riscos que te forman petrifican mi aliento y unos minutos después, estás húmeda ante mis ojos y un nuevo incendio devasta los pocos infinitos frescos.
A veces me siento montaña y en la hoguera esencial parece que soy astro. El puñal desaparece. El insecto que se esconde entre tus piernas corre rápido a beber su espacio. Las piedras se frotan como si fueran noche y amanece por fuerza de los besos sacrificados.
Encintado en tu pedernal me cuezo y me hago hombre y un nuevo alfabeto afina mi garganta. Me baño bajo el cielo del norte y me desparramo solitario. Dichoso me devoro en tus imágenes. Hazme más tuyo dije, arde, cae en mí, incendia mis ojos, hazme piedra lunar. Dame tu collar de piedras preciosas. Párteme en dos para ser la dualidad como el señor maguey.
Sé que me cubre tu jardín de piedra, que me sabe a polvo el pulque y la huella de tus pisadas quedan petrificadas en mi frente. Soy el fruto de tu rojo vivo y de la amarilla rota luz del pensamiento. Sólo la chispa del amor turquesa tiene el sueño. Sólo la chispa del amor se agrava por tu nombre.
Tomado del blog
Antojos
Acerca del autor:
Sergio Astorga
2 comentarios:
Qué intenso, por Dios...
Gracias Olga. gracias Sergio.
Breve pero intenso abrazo.
Sergio Astorga
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