—¿Quién eres tú, hombre? —pregunta Salomé—. Como mandado por alguien, entraste en mi cama y comiste de mi mesa.
—Soy quien viene de la igualdad —responde Jesús—. A mí se me han dado las cosas de mi Padre.
—Entonces te seguiré, serás mi maestro —replica Salomé, soberbia.
Jesús le dice: —Por eso digo que cuando alguien iguale se llenará de luz, pero cuando divida se llenará de oscuridad.
Salomé mira a su Maestro y se arrepiente de las palabras anteriores. Es una mujer rica que puede darse el lujo de tener en su cama al hombre que desee. ¿Es necesario dejar enredarse por la verborrea del tipo, por atractivo que sea?
—Puedes irte. ¿Ya has comido? Puedes irte, repito.
—No es tan sencillo —replica Jesús sonriendo—. Estarás entre las que miren desde lejos cuando yo cuelgue de la cruz.
—No entiendo.
—Ya entenderás cuando veas a tu lado a María Magdalena, a María, la madre de mis hermanos Santiago y José, y a Marta y María, las hermanas de Lázaro, al que resucitaré después de muerto. Y si no me crees, lee.
La mujer acepta incrédula el libro. Está abierto en una página del Evangelio de Marcos.
—No dice eso —argumenta Salomé levantando los ojos.
—Pero lo dirá, porque las Escrituras deben cumplirse. Y la comida y el calor del lecho, deben pagarse.
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/sergio-gaut-vel-hartman.html
1 comentario:
Muy bueno, Sergio.
Jamás pensé que leer las escrituras, aunque sean apócrifas, se me hiciera tan ameno.
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