La nena llora lágrimas de madera. Así de simple. Como si las lágrimas de sal se le hubiesen terminado. Su mirada de nena fabrica palitos tan parecidos a los de la yerba mate. Quizás se parezca al llanto de un árbol que hunde en el cielo su ramaje antiguo clamándole a un Dios que se fue a dar una vuelta y no se sabe cuándo o si volverá.
Sucede en Corrientes, provincia aguaverde. Donde hay historias que se las lleva la corriente de un río-vida que siempre se está yendo.
Como ese Dios viajero que parece haber colgado un cartelito de “Ya vuelvo” en la mirada de algunas nenas de por allí.
Porque no sólo las nenas de Corrientes lloran madera. Hay otras nenas, como la mami de once años que tiene la mirada partida, los ojitos de agua mordidos por inundaciones desesperadas. Con su infancia colgada de ganchos como signos de preguntas…
Esta mami de once años, correntina, tomada por asalto, con la niñez acribillada por la furia del sexo salvaje.
Esta mami de once años, sin Barbie pero con un bebé que es de verdad, de piel, llanto, carne, llanto, hueso, llanto, pañal, provechito, llanto…
Esta mami de once años estará tan perdida como Dorothy en “El mago de Oz”. La diferencia es que perdió para siempre el camino de ladrillos amarillos porque nunca vio al hada, siempre violada…
Por eso quizás la otra nena, la de Colonia Leibig, ahora esté llorando madera para poder construir cajoncitos de lágrimas donde sepultar a tanta niñez muerta.
Con autorización del autor, extraído de http://palabrar.com.ar/
Sucede en Corrientes, provincia aguaverde. Donde hay historias que se las lleva la corriente de un río-vida que siempre se está yendo.
Como ese Dios viajero que parece haber colgado un cartelito de “Ya vuelvo” en la mirada de algunas nenas de por allí.
Porque no sólo las nenas de Corrientes lloran madera. Hay otras nenas, como la mami de once años que tiene la mirada partida, los ojitos de agua mordidos por inundaciones desesperadas. Con su infancia colgada de ganchos como signos de preguntas…
Esta mami de once años, correntina, tomada por asalto, con la niñez acribillada por la furia del sexo salvaje.
Esta mami de once años, sin Barbie pero con un bebé que es de verdad, de piel, llanto, carne, llanto, hueso, llanto, pañal, provechito, llanto…
Esta mami de once años estará tan perdida como Dorothy en “El mago de Oz”. La diferencia es que perdió para siempre el camino de ladrillos amarillos porque nunca vio al hada, siempre violada…
Por eso quizás la otra nena, la de Colonia Leibig, ahora esté llorando madera para poder construir cajoncitos de lágrimas donde sepultar a tanta niñez muerta.
Con autorización del autor, extraído de http://palabrar.com.ar/
5 comentarios:
Bello
Este relato está basado en una noticia que se publicó en noviembre de 2007 (http://www.infobae.com/futbol/350558-1100795-0-Una-nina-9-anos-llora-trocitos-madera).
Gracias nuevamente por haber elegido una historia de mi autoría.
Gabriela: bello, si pero también trágico porque son historias que se repiten constantemente.
Muy bueno. Es difícil retratar tanta crudeza sin dejar de lado en ningún momento la hermosura.
Gracias Javi por tu comentario. Es difícil encontrar hermosura en estas historias. Tal vez el objetivo es ser lo suficientemente contundente como para conmover.
Está buenísimo el micro.
Saludos.
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