Asustado y repentino desperté y encendí la luz, miré a mi alrededor, observé toda la habitación, escudriñé cada rincón en busca de algo que me fuera extrañamente familiar. Estaba solo. Me levanté aún tembloroso, me dirigí a la ventana y descorrí la cortina, frente a mí la noche aún avanzaba sin prisas, y toda la ciudad y su emjambre de titilantes luces se desparramaba fantasmagórica y onírica hasta perderse en el horizonte y la absoluta oscuridad. El corazón me latía deprisa, mientras yo intentaba entender aquel lugar, aquel instante, aquella fotografía. Finalmente me armé de valor y aún confuso acepté el desafío. Sigilosamente me vestí, me enfundé una vieja cazadora, y llené una pequeña mochila con las pocas cosas que encontré y supe mías. Salí de puntillas de aquel piso, cerrando la puerta lentamente tras de mí, para no despertar a nadie. Me había equivocado de vida.
Tomado de: http://sevendepoesia.blogspot.com/
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4 comentarios:
Me encantan estos relatos de Pablo, armados a base de poesía y con la sopresa de las buenas ficciones.
Gracias, Javi, por tu honroso comentario; es un placer para mí ser publicado y formar parte de este gran espacio. Enhorabuena a todos vosotros. Saludos
poesía de la buena: la que se une con un buen argumento...
brillante...
Pablo, el placer es nuestro de contar con tus textos para poder leerlos/disfrutarlos. Son muchos los buenos momentos de lectura que ya nos has proporcionado, y seguro que vendrán muchos más.
Enhorabuena por ello.
Un saludo.
Javi.
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