miércoles, 19 de enero de 2011

Oportunidades que se desvanecen – Cristian Mitelman


Un hombre compra un paquete de cigarrillos y recibe un vuelto de dos pesos. Al guardarlo, nota que está escrita la fecha de su nacimiento. Debajo de esa coincidencia, hay un número telefónico.
Ya en el subte, nuestro hombre estudia las dos secuencias y verifica que responden a una misma mano.
¿Tiene algún sentido llamar? ¡Tantas personas nacieron ese mismo día!
Pasa una semana. Se resiste a abandonar el billete, lo que es absurdo, porque ya ha aprendido de memoria el teléfono. Cierta noche se desprende de él y decide hacer el llamado. Lo atiende una mujer (no sabe por qué, pero intuye que es hermosa) e intenta explicarle lo que le ha ocurrido. Las palabras le salen de un modo confuso; la mujer cuelga.
Se siente ridículo y decide olvidar (o intentar olvidar el asunto). Pero no lo consigue.
Un mes después, con un temor reverencial, llama nuevamente. La situación se hace más patética: atiende un hombre. No había pensado en esa posibilidad. De nuevo asume el argumento, aunque esta vez es un poco más claro. Por fin obtiene una respuesta:
–Yo también tuve en mis manos ese billete –le dicen–. Llamé a este número y narré la historia, pero habré sido más convincente, ya que la mujer accedió a encontrarse conmigo. Claro que le he mentido, ya que le dije que la fecha coincidía con la de mi cumpleaños…
–¿Y no es así?
–Claro que no. Pero ella es feliz conmigo y no tiene por qué enterarse. Sé que estamos entre caballeros.
Terminan el diálogo. Nuestro hombre siente que alguien ha usurpado su lugar. Y no hay forma de remediarlo.

Sobre el autor: Cristian Mitelman

2 comentarios:

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Brillante, Cristian. Me volvió a gustar, más, tal vez, que la primera vez que lo leí, cuando lo enviaste. Lo inevitable o irremediable, esa sensación de que perdimos una oportunidad porque jamas imaginamos que lo fuera mientras estaba sucediendo, es una de las cosas mas poderosas que pueden plasmarse en un relato.

Javier López dijo...

El destino es caprichoso, y si encima por medio aparece un tramposo...
Felicitaciones, Cristian. Muy buena idea, me convenció.