sábado, 4 de diciembre de 2010

En el dentista - Fernando Puga


Ella se reclina sobre el sillón. Vino con la muela cariada. Esa muela, la que esconde un infrecuente tejido en las profundidades que él descubrió la primera vez que la atendió.
Había venido entonces a hacerse una limpieza dental y cuando el torno sopló sobre el segundo molar inferior derecho, sintió que se le humedecían los labios vaginales y se tensaba el clítoris. Él se sobresaltó cuando ella empezó a acelerar la respiración y retiró el torno de la boca. Ella suplicó que siguiera, que no dejara de hurgar en esa muela y él obedeció. Fuera de sí, ella arrancó la bragueta del doctor con la mano derecha mientras con la izquierda bajaba su calza y su bombacha y le ofrecía la vagina abriéndola con sus propios dedos.
Él entendió.
Desde entonces no ha habido semana en la que ella no tomara un turno con el dentista.
Pero hoy viene sin avisar, llora de dolor; sabe que el doctor tendrá que efectuar un tratamiento de conducto y matará todos los tejidos nerviosos que se asoman entre el esmalte dental.
Hoy será la última visita.

1 comentario:

Mónica Ortelli dijo...

Muy buena idea. Me gustó mucho. Saludos.