—No sé si ustedes, pobres diablos, llegarán a verlo —dijo el peripatético escritor pelando una banana roja y contemplando a su absorto auditorio con una expresión entre gastada y proficiente—. Yo sí lo veré. Veré a las naves-arca llegando a Wolf 359, la transmutación de las momias egipcias y la llegada a la Tierra de los u’chun de Kruger 60. ¿Por qué lo digo? Tengo siete cuerpos en el placard que iré usando puntualmente cada vez que se me gaste el viejo. El eternol ya está inventado, pero no conviene usarlo porque aún no se ha controlado el efecto rebote: uno llega a los cien, retorna al tiempo de chupar la teta y vuelve a crecer y vuelve atrás y así ad infinitum. Y los dejo porque estoy invitado a la ceremonia del casamiento profetizado por Enrique Santos Discépolo, el gran Discepolín: a las 16:00, en la Iglesia Unificada de los Soles Gemelos se desposan la Biblia y el Calefón. La fiesta será en el burdel de doña Semelengua Latraba. No me quiero perder los saladitos importados del Mar Muerto: nadie comió nunca algo tan.
JUEGOS FLORALES 2024
Hace 2 meses.
3 comentarios:
Muy bueno Sergio; que pena el pequeñó detalle que tiene el eternol. Eso de arrancar siempre de cero no nos deja almacenar experiencia :), cien años no nos alcanza para dejar de equivocarnos tanto.
Un abrazo
Hay un eternol especial, pero es otro precio...
jajaja, seguramente! ;)
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