Pide los videos de seguridad, localiza en las pantallas al joven repartidor. Con el forward de mil días observa los tatuajes crecer en su cuerpo, abarcar brazos, cubrir el rostro. Es como una marea que lo convierte en otro.
El dibujo en la frente preocupa al jefe de seguridad. Un cuadrado negro, números en rojo. Las pantallas no mienten. Los números se mueven. Cada vez son diferentes.
70, decían la primera vez que los notó. 69, 68, 67...
El joven lo mira todos los días con ojos fríos, la mirada de los que no temen nada. Ha ordenado que no lo dejen entrar. Pero las cámaras lo muestran: a veces entregando comida, sobres, a veces simplemente entrando al vestíbulo del enorme edificio.
Y los números 32, 31, 30...
¿Qué significan? ¿Qué busca? ¿Cómo puede ser posible?
El dibujo de los brazos es de cables, conectados a algo oculto bajo la ropa
Mira los videos de la última semana. 5, 4, 3, 2, 1...
El hombre se pone de pie, el miedo ahogándolo.
Hoy termina la espera. Hoy, en el vestíbulo, en cualquier instante.
Algo toma el edificio en sus manos, lo sacude levemente, atrás viene el estruendo, el fuego...
1 comentario:
Buenísimo cuento éste del robot todopoderoso.
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