Qué me queda de ti, sumido en las simas de la tarde, bajo la sombra larga y su olvido alado, qué me queda de ti, en la caída desde el cénit al silencio inerme de la muerte, muerte de viejas luces, horizonte de palabras muertas.
Qué me ha de quedar de ti le pregunto a este espejo, muerte joven que a través de los años me persigues, de sueño en sueño, de cielo en cielo, de noche en noche, de árbol en árbol y voz a voz, sombra a sombra, beso a beso, grito a grito, palabra a palabra, a través del silencio y su desierto vivo, a través de mis ojos y su luz callada, caricia a caricia y odio a odio, a través de los ríos, las ciudades y las montañas, a través del secreto y de sus aguas, a través de la mentira y sus verdades, dolor a dolor, de amor a esperanza, de ciego a ciego, de golpe a golpe, de sexo a sexo, de jaula a jaula, de cordura a locura y viceversa, de ti a mí y a ti y a él y a mí de nuevo, de angustia en angustia, a través de las arterias, de venas a corazón, de sesos a uñas, de palabras, de palabras siempre, de segundo a segundo, de año en año, a través del ocaso y del alba, a través de todos y todos los mundos, a través de la nada, de la nada al infinito y al fin a mí, por mí de nuevo.
Muerte querida, muerte nacida conmigo y para mí, compañera de vida, amante absoluta, vieja amiga qué me ha de quedar de ti, me pregunto y te pregunto frente al espejo.
Tomado de: http://sevendepoesia.blogspot.com/
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