jueves, 29 de julio de 2010

Gate E9 MIA - Javier O. Trejo


En el aeropuerto de Miami es relativamente sencillo detectar cuáles son las gates de dónde salen los viajes para Buenos Aires. El bochinche argentino, o quilombo como decimos, es una marca registrada. Conversaciones en voz alta, estridencias, exhibiciones de paquetes y de marcas, ocupar todo el espacio posible son algunas de las características que distinguen a los viajeros argentinos. Es cierto que no ocurre con todos, y los que están fuera de esta descripción, siendo argentinos, sienten vergüenza por el comportamiento de sus compatriotas. Bettina Cohen no era la excepción. Llegó con tiempo a la gate E9 para esperar la salida a Ezeiza. Viajera frecuente por su trabajo se sentía a gusto con la remodelación del aeropuerto. No estaba ajena a la costumbre de aprovechar las ofertas y se había comprado una cámara de filmación digital de alta definición. Fiel a su hobby comenzó a filmar a algunos turistas en la E9.
‘Tenía pinta de cubano gordo’ decía un jovencito con marcado acento de Buenos Aires. 
‘...o sea, no será la montaña rusa pero está muy buena’ comentaba otro haciendo énfasis en el ‘la’. 
‘en Popeye te avisan que te van a mojar’, seguía el diálogo y Bettina pensaba en que podía editar lo filmado para que se viese como en la película Cloverfield pero para ello debería haber movido más la cámara. Tenía la cámara apoyada en su falda y movía el visor direccional para poder encuadrar. 
‘¡Qué lindo!, regio, te llamo mañana, chau’
Otro adolescente que participaba de una gran conversación entrecruzada entre varias filas de asientos, que tenía un volumen de voz más alto que el promedio, decía ‘por más que me levante a las seis de la mañana, no voy a tener cerebro boludo’. Bettina sonrió porque pensó que de todas maneras parecían no tener cerebro, porque le divirtió la expresión y porque pensó que además podría también filmar algo sobre el uso de la palabra boludo –o boluda- empotrada en todas las frases, toda una especialidad argentina. 
En ese momento se había expandido la ronda de personas y la presencia sonora se notaba cada vez más. Compras y liquidaciones, Disney y Universal eran los temas principales. Apenas se conocían y hablaban superponiéndose los unos a los otros. Había un veinteañero con una increíble capacidad para poder hablar, sin solución de continuidad, de los temas más banales y haciendo gala de un amontono de marcas notable: ‘¡la campera Armani me salió ciento cincuenta dólares y allá sale dos lucas boludo!’ remató una de sus frases. 
Todo el diálogo era una suma de intercambios de lugares comunes y frases estándares, hechas y vueltas a decir, que usadas una y otra vez arman un entramado, una red, como una esfera verbal cuyo núcleo es la nada misma. 
El hermano de Bettina, el Pato, le dijo a Bettina que le preste la cámara que él quería filmar, se emocionan le dice al oído. Bettina le pasó la máquina que seguía filmando y pensó que era cierto, el veinteañero estaba exultante y la búsqueda verbal de la mejor compra o de la mejor experiencia en un parque de diversiones, era la que determinaba el ritmo y la plástica del diálogo, de la emoción, del entusiasmo. 
Detrás del círculo de jóvenes estaba el círculo de las madres que observaban embelesadas a sus hijos, y era a ellas a quién el Pato filmaba.  Enfocó unos ojos húmedos y pensó que se emocionan igual que al pagar las entradas y pensó también que era cierto, hay emoción en medio de esas banalidades. Continuó el plano secuencia filmando a cada una de las madres y se detuvo en la que sostenía la mano de su hija adolescente. 
Cuando llamaron de la E9 a embarque el grupo se levantó apurado para llegar primeros a la fila. Al rato Bettina le pidió la cámara a su hermano, la guardó y subieron resignados al avión. 
Ubicada en su asiento pensó que debía trabajar mucho en la película. Prendió la cámara y miró por el display algunas de las escenas. 
‘Qué linda, ¿cuánto te costó?’ preguntó una mujer sentada a su lado. Bettina vio un cierto brillo en esos ojos y pensó que era una lástima no estar filmando.

1 comentario:

Un tipo dijo...

Haha. Muy bueno el final ;D