A veces, mi cabeza está fuera de mí. Mis ideas, mis pensamientos; siento que no me corresponden, que, en realidad, me son ajenos por completo. Por eso relleno más y más pantallas, utilizo más y más palabras, estigmatizo los segundos uno a uno, como si en breve, se me fueran a acabar.
A veces, mi juicio parece abandonarme, y yo me entrego a la loca idea de escribir, como si con ello purgase mi enfermedad, como si supurando conceptos, se aliviaran mis padecimientos.
En ocasiones, veo letras formando palabras, construyendo frases que sé que son mías, pero que no sé de dónde han podido salir; dejo que tomen forma, que se acomoden a su gusto; relatos, poemas, cuentos, lo que quieran. Pero les pongo una condición: que al final formen mi nombre, dado que parece ser que una vez fueron mías.
Y firmo, dándome a conocer cuando mi cabeza está fuera de mí, cuando siento que mis ideas no me pertenecen, purgando conceptos, supurando palabras.
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