Los mugrillos fueron los únicos seres vivos encontrados en el planeta Marte. Los científicos que los descubrieron quizás se habían cansado de bautizar nuevas especies con nombres en lenguas muertas, o tal vez no conocían ninguna de ellas. Según algunos el nombre proviene de la expresión “mugrientos animalillos”, que ciertamente los describía a la perfección. Otros prefieren creer que se debe a su parecido con los grillos terrestres. Un parecido más bien escaso pues, además de ser de forma esférica y poseer dieciocho extremidades, en lugar de emitir un gracioso cri-cri, los mugrillos emitían un mujido exasperante. Aunque tal vez por eso se les llamó: “mu-grillos”, ¿lo pillan ustedes? “mu-grillos” ¡Ejem! Bueno vale, dejémoslo, porque en realidad no importa demasiado.
Los mugrillos vivían bajo el suelo marciano, donde excavaban túneles incansablemente. En el interior de éstos se concentraba la escasa humedad del planeta, dando lugar incluso a corrientes de agua. Esto causó gran regocijo entre los científicos terraformadores, que aprovecharon el preciado líquido para convertir el planeta rojo en algo bastante parecido a la Tierra.
Si bien es cierto que los militantes del grupo ecologista Redpeace ejercieron presión contra las autoridades para que no se destruyera el hábitat del mugrillo, a éste no parecía afectarle nada de lo que hicieran los humanos. Al contrario de lo que se podía suponer, esos curiosos seres no se sintieron molestos por la destrucción de sus túneles, ni por el cambio en los gases atmosféricos, ni por el exceso de humedad en el suelo. Su adaptación a las condiciones ambientales terrestres fue perfecta. Entonces dirán ustedes, ¿por qué se extinguieron los mugrillos?
Cuando la terraformación de Marte estuvo al fin concluida, se construyeron los primeros campos de golf. Eran unos campos inmensos, ya que la gravedad de Marte, casi un tercio de la de la Tierra, permitía lanzamientos de varios kilómetros. El primer signo de que pasaba algo fue cuando las pelotas de golf comenzaron a desaparecer. Cientos de miles de pelotas de golf desaparecieron y los mugrillos con ellas.
Una comisión multidisciplinar de expertos en todo tipo de materias se devanaron la sesera durante meses, pero no consiguieron ponerse a acuerdo sobre la causa de la desaparición de los mugrillos. Sin embargo, hubo una teoría que caló en el pueblo y que al cabo de los años fue la única que se recordaba. Pero no fue un científico superdotado quien la expuso, sino la abuela centenaria de un funcionario de tráfico, que había llegado a Marte en su juventud como cocinera del primer crucero de lujo que llegó al planeta rojo. Cándida, que así se llamaba la venerable anciana, dijo, ante la incredulidad general y las burlas oficiales, que los mugrillos se habían dedicado a llevarse las pelotas a sus guaridas, pero no para devorarlas sino como compañeras. Ante la pasividad de las pelotas frente a los intentos de apareamiento, los mugrillos habían muerto de amor. ¡Descansen en paz los mugrillos, los últimos románticos marcianos!
Los mugrillos vivían bajo el suelo marciano, donde excavaban túneles incansablemente. En el interior de éstos se concentraba la escasa humedad del planeta, dando lugar incluso a corrientes de agua. Esto causó gran regocijo entre los científicos terraformadores, que aprovecharon el preciado líquido para convertir el planeta rojo en algo bastante parecido a la Tierra.
Si bien es cierto que los militantes del grupo ecologista Redpeace ejercieron presión contra las autoridades para que no se destruyera el hábitat del mugrillo, a éste no parecía afectarle nada de lo que hicieran los humanos. Al contrario de lo que se podía suponer, esos curiosos seres no se sintieron molestos por la destrucción de sus túneles, ni por el cambio en los gases atmosféricos, ni por el exceso de humedad en el suelo. Su adaptación a las condiciones ambientales terrestres fue perfecta. Entonces dirán ustedes, ¿por qué se extinguieron los mugrillos?
Cuando la terraformación de Marte estuvo al fin concluida, se construyeron los primeros campos de golf. Eran unos campos inmensos, ya que la gravedad de Marte, casi un tercio de la de la Tierra, permitía lanzamientos de varios kilómetros. El primer signo de que pasaba algo fue cuando las pelotas de golf comenzaron a desaparecer. Cientos de miles de pelotas de golf desaparecieron y los mugrillos con ellas.
Una comisión multidisciplinar de expertos en todo tipo de materias se devanaron la sesera durante meses, pero no consiguieron ponerse a acuerdo sobre la causa de la desaparición de los mugrillos. Sin embargo, hubo una teoría que caló en el pueblo y que al cabo de los años fue la única que se recordaba. Pero no fue un científico superdotado quien la expuso, sino la abuela centenaria de un funcionario de tráfico, que había llegado a Marte en su juventud como cocinera del primer crucero de lujo que llegó al planeta rojo. Cándida, que así se llamaba la venerable anciana, dijo, ante la incredulidad general y las burlas oficiales, que los mugrillos se habían dedicado a llevarse las pelotas a sus guaridas, pero no para devorarlas sino como compañeras. Ante la pasividad de las pelotas frente a los intentos de apareamiento, los mugrillos habían muerto de amor. ¡Descansen en paz los mugrillos, los últimos románticos marcianos!
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