Solíamos amarnos bajo la noche abierta desnudos como heridas. Entonces éramos ingenuos. No sabíamos que la felicidad es una mariposa que muere en el aire, en plenitud de su belleza.
Todo empezó a estar mal cuando la vi en tus ojos ¿Quién era ella? ¿Por qué se adhería a tus pupilas como un mal bicho? Hubiera querido ahuecar tus órbitas, apretar los puños hasta quebrarme los dedos. Ciego, dejarte ciego, condenarte a la imbécil vida del topo y alejarme para siempre de tu laberinto.
Pero al dudar me convertí en cómplice de tu juego perverso y una consigna obsesiva guió mi estrategia: los hombres infieles sólo buscan placer.
Entonces, hice todo por borrar el camino trazado por su saliva.
Fue inútil: ella vivía en tu mirada como una certeza. Era la imagen invertida del naufragio. Nosotros; la vela rota, el barco hundido, el esqueleto de óxido pudriéndose en el fondo.
Es que el amor, como el viento, no tiene casa.
Hubiera querido arrancarte los ojos, pero ella se hubiera convertido en tu última imagen.
Hubiera. Estúpido verbo.
Ahora sólo me resta tomar coraje y apretar el gatillo.
Tomado de : http://www.misespejitosdecolores.blogspot.com/
Acerca de la autora:
Anahí González
2 comentarios:
Estos cuentos feministas tienen un no sé qué que en cierta forma atraen.
Muy bien escrito,descripciones casi convincentes de situaciones que son visualizadas de forma unilateral y pretenden ser las correctas,dramáticamente exageradas, la tercera en discordia que no podía faltar.
Los hombres NO somos tan malos;La mayoría de las mujeres no nos comprenden.
Muy bueno el relato. Si fuera mujer, me encantaría.
Hola! Muchas gracias por tomar mi texto! Y a Salemo le digo que el engaño no tiene genero. Bien puede el personaje ser un hombre, pero me gust{o su opini{on...gracias de nuevo!
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