Él vivía con su mujer, en una casa que se ubicaba a dos cuadras del supermercado. Un día, revisó el cuadernito negro y descubrió que su esposa había escrito una larga lista de compras. “Tenés que ir a hacer compras, Álvaro” se leía en el final de la lista. Arrancó la hoja y se encaminó hacia el supermercado. Ya en la entrada, revisó la lista y caminó hacia los productos faltantes. Empezó a buscar y a buscar, y de repente, se empezó a sentir raro, extraño, en otro mundo. Miles y miles de precios rondaban por su cabeza, a la vez que los leía. Volvió a su casa con la misma sensación, y con la misma se sentía al otro día, cuando había regresado al supermercado. Compró los mismos productos que había comprado el día anterior, con excepción de una lamparita y un zapallo. Varios días se repitió la secuencia, hasta que un día su amor por los precios fue tan grande, que superó al amor que sentía por su mujer, y más tarde, empezó a llenar su carrito con precios, con la intención de comprarlos sin importarle que la seguridad lo echara del supermercado, y un día, se compró una máquina de precios. Llegó a su casa con la máquina quemándole entre sus brazos, y apenas la sacó de la caja, empezó a ponerle precios a todos los objetos de su casa ¡Y hasta a su mujer! Quince años después, falleció. Algunos piensan que era un loco, y otros que quería deshacerse de su mujer, por eso quería venderla.
1 comentario:
HOLA Arantza. Qué personaje creaste!
A mí me parece que se volvió "medio
loquito". Sabés qué me gustaría conocer?, qué pasó en esos 15 años desde en que le puso precio a su mujer!
Logró venderla? Podrías pensar en una
continuación del cuento?, digo, qué se yo!qué metida, no? TE FELICITO !
ME-EN-CAN-TO! Ahí va UN ABRAZOOOTE
VIRTUAL...recibilo...lleva ,mi cariño.BEATRIZ MARTOS.ABUELA MATI 78 AÑOS y voy POR MÁS !!
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