jueves, 20 de agosto de 2009

Variación recurrente - Sergio Gaut vel Hartman


Dedicado a Esteban Dublín, Martín Gardella, Miguel Dorelo, Alejandro Ramírez Giraldo, Francisco Costantini, Héctor Ranea y Nanim Rekacz

En el blog de Esteban Dublín hay una puerta que conduce al blog de Martín Gardella. No pude resistir la tentación y pasé de uno a otro como quien pasa de la cocina al living. No había nadie; Martín se había ido al supermercado. Sobre una repisa había un cuento recién terminado; empecé a leerlo. Me sorprendí al descubrir que el protagonista del cuento era yo. Seguí leyendo. No parecía escrito por Martín. En el cuento yo estaba en el blog de Miguel Dorelo, e incapaz de resistir la tentación atravesaba la puerta que conduce al blog de Alejandro Ramírez. No había nadie allí; Alejandro había ido a cortarse el cabello. Envalentonado, tomé un cuento recién terminado que estaba sobre la biblioteca; empecé a leerlo. Me sorprendí al descubrir que el protagonista del cuento era yo, otra vez. Seguí leyendo. No parecía obra de Alejandro sino de Francisco Costantini, quien suele escribir cuentos en los que un personaje toma conciencia de su condición e increpa al autor porque coarta su libertad. En este caso era yo quien se encontraba en una situación delicada. En el cuento vivía en el blog de Héctor Ranea, quien mediante telecomando desde Praga, había garabateado un mensaje con lápiz labial en un espejo. En ese mensaje me indicaba que allí había una puerta que conducía al blog de Nanim Rekacz. No vacilé y pasé. Nanim escribía, y absorta en su creación y no advirtió mi presencia. Traté de no molestarla, pero no pude resistir la tentación y tomé un cuento recién impreso que estaba encima de la mesa y empecé a leerlo. En el cuento, cuyo protagonista, una vez más, era yo, habían escrito una ficción breve en la que varios de los contribuyentes habituales a los blogs se complotaban para obligarme a organizar una antología de cuentos circulares, recurrentes y autorreferenciales, además de metaficcionales, absurdos y conjeturales. Decidí terminar con el complot del único modo posible. Activé la mininotedent alojada en mi muela de juicio y escribí esto. Espero que alcance para resolver el problema. Y si no alcanza ya veré cómo me las arreglo para no volver al punto de partida y encontrarme de nuevo en el blog de Esteban Dublín.

4 comentarios:

Florieclipse dijo...

Casi pude verte caminando de blog en blog, Sergio. Me gusta casi todo lo que te he leído, pero este cuento lo guardaré en mi cajita de recuerdos especiales.

Ogui dijo...

Estuve riendo desde la segunda palabra, más o menos. Una galería de imágenes que iban recorriendo este inmenso andamiaje de los blogs y con observaciones impecables. Pero: que conste que uso lápiz labial sólo en contadas ocasiones y que éstas se refieren a advertir a ciertos amigos cuando entran en zona de peligro!

Esteban Dublín dijo...

Sergio: gracias por la dedicación, hombre. ¿Por qué no habías avisado?

Es un honor para mí hacer parte de tus travesuras y variaciones recurrentes.

Francisco Costantini dijo...

¡Mirá cuándo vengo a leer esto! Me gustó mucho, Sergio, y gracias por la dedicatoria.