Hace una semana que la tierra comenzó a temblar. En cada rincón del planeta aparecieron monstruosas grietas; los volcanes regurgitaron ríos incandescentes y lluvias de ceniza. La intensa actividad volcánica observada en los polos ha derretido aquellos hielos que creíamos eternos. En consecuencia, las ciudades costeras están siendo alcanzadas por olas gigantes que destruyen toda huella humana. Aún no se conoce cuánto ha crecido en nivel del mar.
El evento cataclísmico no fue inesperado. Diversas organizaciones ambientalistas lo anunciaron incontables veces durante años. Nadie los escuchó. La discusión ahora se centra en la gravedad de la situación. ¿El fenómeno desaparecerá tan fugazmente como se inició, o será sólo el comienzo?
Las redes informan que ciudades completas han sido devastadas. Tokio, Los Ángeles, San Francisco y Santiago son sólo algunas. El patrón es claro y lógico. Millones de vidas se han perdido.
Las miradas se han vuelto a la comunidad científica, instándolos a encontrar una rápida solución. Los más ilustres se han reunido en África, el continente menos afectado hasta el momento. Desde allí, emitieron hoy el primer informe oficial: “Hemos dañado el Planeta hasta convertirnos en una seria amenaza. Como todo sistema dinámico, está reaccionando para retornar al equilibrio”.
2 comentarios:
Lo he pensando en varias ocasiones...
Muchos hemos pensado en la tendencia al equilibrio de nuestro planeta.
Lo que tenemos que hacer ahora es ponerlo en práctica.
Gracias por comentar el cuento.
y Gracias a Sergio por hacer conocer mi trabajo!
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