Belial desgarró el cuerpo de Rafael hasta no dejar más que restos de lo que fuera un poderoso arcángel. Satisfecho por su hazaña llegó hasta donde estaba Luzbel y le entregó como ofrenda los despojos.
—Hemos luchado contra diez mil arcángeles y ángeles y hemos vencido y aquí está el cuerpo de su general —le dijo a su supremo comandante mientras el fuego de sus alas se inflamaba de orgullo. Entonces Luzbel atravesó con su tridente los tres corazones de su general.
—¡Basura!, hemos sufrido nuestra primera gran derrota: desde que Dios desapareció, también lo hizo la memoria colectiva del paradero de la Tierra y de la lanza de Longinos, los únicos que lo saben son Gabriel, Miguel y Rafael, ahora él único que entró en batalla está muerto y con él la tercera parte de la ubicación. —Para compensar su ánimo hizo diluir en ácido de belladona a los tres mil Ungarats sobrevivientes de la batalla contra las huestes del malogrado arcángel.
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