Escribía la autobiografía de mi amigo Santiago Fernández Subiela —qué nombre para una vida— cuando sonó el timbre. A pesar de mi refunfuño, abrí la puerta de la heladera y me dirigí hasta el baño. Allí me esperaba el cartero con un correo electrónico impreso que había llegado a mi nombre. Era extraño, pues nunca nadie me redactaba la más mísera línea. Aparte, tres años atrás internet había desaparecido y nadie se había molestado en buscarla. De todos modos me encogí de hombros y tomé el papel. Ya daba media vuelta cuando el cartero me histó. “Firmemé”, dijo. Tomé la lapicera que sostenía en su mano y sobre su frente —no hallé lugar más propicio para la empresa— estampé el más hermoso “me” de mi vida. Él quedó muy agradecido. Luego metió los pies en la taza del inodoro, apretó el botón, y se marchó. Yo, antes de regresar a la heladera, leí el mensaje. “Tu existencia es una f cción”, decía. Noté que faltaba una vocal —tal vez un error de la impresora—, sin la cual me resultaba arduo comprender el significado de la frase. Pronto descarté mamarrachos como “facción” o “ficción”; tales palabras no existen. Que mi vida sea una fección es algo con lo que no estoy muy de acuerdo. Una focción es mucho decir. Opté, ergo, por que mi existencia es una linda fucción. Después de todo, ¿a quién no le gustan las fucciones? En fin, contento por lo que un anónimo me había hecho conocer de mi propia existencia —aún queda en el mundo gente tan altruista—, volví a la impostergable escritura de aquella autobiografía también impostergable.
JUEGOS FLORALES 2024
Hace 2 meses.
4 comentarios:
Me encantó, Francisco. Es el tipo de relato que dibuja una sonrisa, la clase de microficción que justifica el género. (Espero no haber exagerado, provocando que una brillante carrera siga los pasos y brazadas del cartero, a través de las branas de un universo contiguo, aunque en este caso me inclino más por otra cosa, y quedo en posición oblicua, como la Torre de Pizza).
Ja ja. Gracias, Sergio. Y quedate tranqui que al cartero lo dejo ir, prefiero la heladera. Hay cerveza adentro.
Coincido con Sergio. Es tan, como se podría decir... ¿"natural"? y sin embargo absurdo y divertido.
Desde hoy cuando en mi trabajo me digan: Firmemé!, voy a mirar la frente del que me lo pide...
(Sonrisa de por medio)...
JAA!
Besosssssss
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