—Terrorífico, lo que se dice terrorífico de verdad —dijo el viejo Venancio luego de bajarse media botella de ginebra de un solo trago— fue lo que pasó cuando yo era chico y vivía en el barrio La Bandarra de Villa Jalfmún. Resulta que se mudó al barrio este tipo, a la casa que llamábamos “La Juaquina”, más que nada porque tenía este nombre en bajorrelieve sobre su entrada. Un tipo raro era el tipo éste, hay que decirlo, flaco, algo bizco y con un ojo más alto que el otro, una palidez verdosa en su piel, pelo grasoso, una cicatriz en el lado izquierdo, medio rengo. Y no saludaba, nunca saludaba. Creo que eso fue lo que más les molestó a la gente del barrio, que no saludaba a nadie. Tampoco hablaba, sólo silbaba, me acuerdo, siempre silbaba lo mismo, una canción que nadie conocía. Tal vez eso también les molestaba a los vecinos, que el tipo vivía en su mundo. Y que era raro, muy raro, el tipo, casi todo el santo día encerrado en la casa, con las persianas bajas y las luces apagadas. Así que empezaron las murmuraciones, “Algo oculta este tipo” decían en voz demasiado alta para ser baja. “Algo nos oculta este tipo”, y siempre alguien comentaba “Se escuchan ruidos, como si estuviera construyendo alguna cosa”, pero qué, qué “¿Qué es lo que está construyendo?” A nosotros, los chicos, no nos dejaban acercarnos a la casa del tipo, lo que significaba que debíamos acercarnos y averiguar qué es lo que hacía ahí adentro. “Me dijeron que tiene una ex esposa en Santa Gregoria”, “Recibe mucha correspondencia, pero no tiene amigos”, “Mi nene vio que tiene una botella de veneno debajo de la pileta del lavadero”, “El mío me comentó que tiene formol como para embalsamar un caballo”, “¿Alguien me puede decir qué es lo que está construyendo?”, “¿Y qué opinan de todos esos paquetes que manda por correo privado?”, “Para mí que anda en algo raro”, “Dicen que estuvo preso por matar a un hombre”, “Dicen que era ejecutivo de una multinacional en Mergonesia y que tuvo un ‘problemita’ con una menor”, “¿Qué me dicen de todas esas revistas que recibe por suscripción?”, “¿Y qué es lo que está construyendo ahí dentro?”, “Por las noches se escuchan gemidos”, “L’otra noche lo vieron en el techo, haciendo señales con una linterna”, “En algo raro anda”, “Sí, en algo raro anda”.
El viejo Venancio le pegó un nuevo trago a la ginebra. Creo que fueron mi viejo, y el viejo de Fito, y el Tano Donato, o el marido de la Keti, los que tiraron abajo la puerta, y el Enri el que le partió la cabeza contra la pared, y la Mónica la que le reventó los ojos con las uñas, y el Moncho el que le quebró la columna con un caño, no me acuerdo si fue la Peluquera o la Gordita de la Despensa la que le cortó los huevos, pero seguro que la que le arrancó los chinchulines fue Doña Encarnación y que la Pirucha fue la que hizo morcillas con su sangre. Y nosotros, los pibes, mientras tanto, nos afanábamos todo lo que el tipo tenía, y el que no podía robar algo se ponía a cagar en el parquet o meaba en los enchufes o rompía las bombitas. Después nos hicimos un asado con el tipo, pero no alcanzó para todos así que tuvimos que salir a cazar algunos linyeras por las vías.
—¿Y qué estaba construyendo el tipo? —preguntó el gordo César, que se moría por decir algo.
—Ah, nunca lo supimos. Probablemente relojes cucús, porque nos afanamos cantidades. Pero entre el saqueo y el incendio que inició la Keti cuando se puso en pedo, nunca pudimos enterarnos bien qué es lo que construía el tipo. Tampoco nos importó averiguarlo, y eso fue lo más raro.
Inspirado en What's He Building? de Tom Waits
2 comentarios:
Me encanta el tremendismo en tus cuentos, Saurio. Y ese halo siniestro que ronda a tus personajes.
Siiii! Eso es lo que Waits quiere decir o no se atrevió... bien! Alguien tenía que terminar esa canción narrada. Bien hecho!
Publicar un comentario