Para Lucinda
Me han crecido dos hermanas en el sueño. Ellas dicen que todo se abre y cierra en la cabeza, que ahí nacen los pájaros negros y los incendios, pero también las sonrisas de dentro y las semillas de todos los universos. En las noches aparecen y me enseñan a descubrir estrellas en las pisadas y en las sombras, o a descifrar la música del agua. Tan pronto llegan, nos volvemos todas niñas y jugamos a ser viento, río, hojas rojas hasta el amanecer.
Una se llama como yo y es blanca, blanquísima, ligera como algodón de azúcar. La otra lleva en la mirada pequeños navíos que uno, si trae faros en los ojos, puede montar y recorrer con ella la paz que flota en las aguas después de una tormenta. No sé cómo aparecieron, qué aire dulce las trajo aquí dentro, pero me hacían falta. Desde que me visitan en el sueño, y soy niña, y ave, y hoja roja, amanezco contenta, liviana, sin la sombra de todas las ausencias en la piel, las que se tatúan debajo de los ojos, dentro. Tal vez, un día, ellas dejen de venir. Pero ya no me dan miedo las despedidas silenciosas. Cuando las necesite, las iré a buscar. Ahora sé que en el aire y en el sueño vivimos para siempre.
Tomado de http://www.monicaescuer.blogspot.com/
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