domingo, 10 de mayo de 2009

De frente manteca - Max Goldenberg


Yo te digo algo, Rober. Te lo digo y no te lo mando a decir. Porque tengo la frente alta y porque me gusta ir de frente. De-fren-te. De frente manteca. ¿Y del otro lado? Del otro lado ponele lo que quieras pero de frente: manteca. Porque así soy yo. Honesto. Sincero. Sin cero problema en decir lo que pienso. Y lo que no pienso, no lo digo. No lo digo porque a mi nadie me hace decir lo que yo no quiero. Digo lo que digo porque se me viene a la cabeza y, de ahí, ¡PUMBA! a la boca. Sin escalas. ¿Te gusta? Mejor. ¿No te gusta? Ponele sal si no te gusta. Sal a gusto. A tu gusto. No al mío. Porque mi gusto no es el de la mayoría. ¿Sabés por qué, Rober? Porque yo no me muevo “en rebaño”. Me muevo solo. Como la gelatina, que se mueve cuando la sacás del molde. Bueno, así me muevo: solo. Solito y solo. Yo no soy títere de nadie. Nadie mueve los piolines de este muñeco. Chupate esa mandarina. O chupate lo que vos quieras, Rober. Porque a mi no me gusta la mandarina y si no me gusta, no la chupo mirá vos. Ni la mandarina ni los dedos me chupo. ¿De dónde salió eso de chuparse los dedos? Quiero verte a vos chupándote los dedos después de desarmar un radiador, Rober. Porque los dedos limpios se los chupa cualquiera. Si sos valiente, si vas para adelante como tren bala, tenés que chuparte los dedos sucios. Sucios como los laburantes. Porque yo me hago respetar. Como laburante y, por qué no, como persona. Persona con pe de “no tengo pelos en la lengua”. Con pe de “digo todo lo que pienso”. Con pe de “piedra libre para todos los compañeros”. Porque yo siempre fui así, Rober. Siempre. Esperaba hasta el final para poder librar a todos mis compañeros. Incluso a los que odiaba. O libraba a todos o a ninguno y me dejaba atrapar Rober. Uno no puede quedarse en el medio. ¿Sabés lo que pasa con las personas que se quedan en el medio, Rober? Las pisan los autos, Rober. Y a mi no me pisa nadie. Yo la pizza me la como. Con fainá y aceitunas verdes. Verde esperanza. Esperanza de que todo cambie y que la gente se juegue como hago yo. Que me la juego. Y eso es lo que te quería decir, Rober. ¿Te acordás de los cien pesos que me prestaste? Me los jugué a la quinela. Y perdí.


Tomado de: http://max.com.ar/


[texto bajo licencia Safe Creative / todos los derechos reservados]

4 comentarios:

Danilo Gatti dijo...

Me encanto, una mezcla de Fontanarrosa con algunos pasajes de Symns
Muy bueno

Ogui dijo...

Está bien!

Nanim Rekacz dijo...

Después de haberte oído/visto tus cuentos tienen tres dimensiones y orador. Es imposible no imaginarte diciéndolos al público.

Max Goldenberg dijo...

Danilo: gracias por tu comentario. Fontanarrosa fue una de mis mas grandes influencias

Nanim: :) me pone feliz lo que decís. Es lo que intento: transmitirlo de todas formas. Mis cuentos lo logran mejor que en el escenario