sábado, 4 de abril de 2009

Lágrimas de vampiro- Jorge Martín


Por primera vez en miles de años los vampiros tenían miedo y se escondían en las sombras para no ser cazados como ratas. El prestigioso científico Frank Stein encontró la fórmula para sintetizar de la sangre del vampiro una vacuna contra la vejez, prolongaba la vida y retrasaba el deterioro físico, y se desató una persecución sin cuartel contra los hijos de la noche.
Debían ser capturados sin dañarlos y se pagaban fortunas por ellos. Se los encerraba en pulcras celdas donde eran cuidados y alimentados. A los que se sacaban sangre voluntariamente, los hacían morder con los colmillos la parte superior de un recipiente hasta llenarlo dos veces al día. Los rebeldes estaban sujetos a una silla y se los drenaba con sondas. Al parecer sentían un dolor insoportable y había que amordazarlos para no escuchar los terribles aullidos. No se los dopaba o se les daba calmantes para no contaminar la sangre fresca, después de cada sesión quedaban exhaustos y sin fuerzas siquiera para comer. Algunos pedían a gritos que terminaran con ellos. Era muy difícil que se sacrificara algo tan valioso. Se los alimentaba con lo mejor, corderos, terneritos, tenían que estar vivos por supuesto. Dicen que en algunos tambos contratan gente que gana buena plata por ser mordida.
Al final de su ronda retiró de la última celda, el frasco con la sangre y la catalogó con cuidado. Este había sido un vampiro famoso y temido, el mismísimo Dracula. El monstruo le mostró los dientes y le dedicó un débil rugido, pero cuando se acercó se retiró solo a su cubículo. Estaba desfalleciente.
—Por hoy es bastante. Te estás portando mejor. Ya sabes qué sino colaboras te ganas la sonda hasta que te deja seco— al vampiro le brilló la mirada de terror y se escondió temblando.
Pensar que no hace tanto era el predador. En el fondo hasta le dio pena.
—Alguna vez tenía que terminar el festín para ustedes, no en vano bajamos de las ramas y nos adueñamos del mundo, tarde o temprano vamos a ir tras el infierno, mejor que pongan las barbas en remojo y tiemblen desde ahora los demonios.

3 comentarios:

Adrián dijo...

zzzz

Anónimo dijo...

Muy buena versión vampírica! y aquí se notan más monstruosos a los humanos, como somos en la vida real.

: )

pobre Drácula, cómo acabó el gran señorón Vampiro.

Adrián dijo...

El humano. No hay predador que no sucumba.