Un día la mujer del Sol cocinó tantos frijoles que rebosaron de la olla y empezaron a derramarse hasta que salieron de la casa, haciendo olas.
Cuando regresó el Sol a la casa, dejó colgando su rayo y su trueno.
—Dales de comer a estos niños —dijo el Sol a su mujer—, y prepara un plato de tripas.
Ella preparó las entrañas del ciervo y las dejó enfriar. Los niños hambrientos, creyendo que eran las tripas del animal, se comieron el rayo y el trueno.
—¿Qué tienen los niños que les salen luces de la boca y relampaguean? —se preguntó la mujer.
Al darse cuenta que se habían comido los relámpagos, empezó a gritar. El Sol llegó corriendo, cogió a los niños y los lanzó hacia arriba para que fueran inmortales.
Y los hijos del Sol se convirtieron en el Trueno y el Relámpago.
Cuando regresó el Sol a la casa, dejó colgando su rayo y su trueno.
—Dales de comer a estos niños —dijo el Sol a su mujer—, y prepara un plato de tripas.
Ella preparó las entrañas del ciervo y las dejó enfriar. Los niños hambrientos, creyendo que eran las tripas del animal, se comieron el rayo y el trueno.
—¿Qué tienen los niños que les salen luces de la boca y relampaguean? —se preguntó la mujer.
Al darse cuenta que se habían comido los relámpagos, empezó a gritar. El Sol llegó corriendo, cogió a los niños y los lanzó hacia arriba para que fueran inmortales.
Y los hijos del Sol se convirtieron en el Trueno y el Relámpago.
1 comentario:
Aunque el trueno es el sonido , y si comieron frijoles... huy! presagio de tormentas olorosas!
Publicar un comentario