Estoy empantanado en el inmóvil océano del tiempo, sintiendo esta lacerante necesidad de ser, es decir, de amar. Fuera de mí sucede la historia de los mundos pero sólo puedo observar. Soy incapacidad, puro deseo, acumulación de aburrimiento y frustración, de palabra disuelta sobre palabra disuelta por la corrosiva soledad del monólogo. Siempre el único, el mismo. Opaco y repetido. Hasta el hartazgo, yo.
De pronto, cuando ya no lo espero… ella me abraza. Luego de miles y miles de años de rutina espesa, las aguas comienzan a fluir. Se abre un remolino. Algo me tantea y me captura. Siento un tirón desgarrador, como la mordida de un tiburón (¿el amor?). Y así soy rescatado de la melaza negra. Traído a la superficie.
Por primera vez en la eternidad, me sucede un acontecimiento: ella. Ahora lo sé, la verdadera vida me ha tomado. Olvido lo que fui cuando todavía no era.
1 comentario:
Hola
Desde que hace unos días abrí las puertas de mi Casa para que esperarán así a los viajeros, me he dado a la costumbre de salir de paseo por el bosque de las palabras sin papel en busca de de contadores de cuentos, para aprender y compartir.
Esta mañana, luego de desayunar con Pío Baroja y de andar varias cuadras admirando el paisaje, me encontré "Breves no tan breves". Destaca el concepto, el refinado uso del aspecto gráfico, la claridad de la normas, la libertad de partición, lo fresco y auténtico de los textos —“ah, letras nuevas”—, como éste, Renacimiento, que me sirvió de estímulo y animó a dejarles un comentario.
Como el bosque ha de crecer al natural, sin jardinero, hay veces en que los senderos se pierden, bajo el camuflaje del follaje. Voy a agregar “Breves no tan breves” a mi lista de Blogs que leo en cuanto se actualizan… para poder regresar.
Un Saludo. Desde Mérida-Venezuela. Jabier.
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