Cuando salí a la vereda ya estaba anocheciendo, me abroché el abrigo y saludé a la vecina que dejaba su bolsita con residuos al pie del naranjo, corroboré la hora (con dificultad) forzando la vista en la escasísima luz de la tarde, y subí al auto. Algo corriente, trivial si se quiere. Todo eso, unido a mi cóctel de fastidio y depresión, auguraba una noche terrible, una de esas noches que nunca terminan de pasar, que no logran acelerarse con alcohol ni con pastillas ni apelando a la ficción de lo imposible. Fue entonces que escuché el crac, el crac crac de algo que cambia de lugar, el crac (es un decir, por supuesto) de la máquina que pone en funcionamiento la pequeñísima utopía de alegrarse con lo poco que hay. Y me dije: ¡Fantástico! Esto es verdaderamente fantástico. Pensar que hoy (o sea ayer, 16 de julio) es la primera vez en mi ya larga vida que salgo a la vereda cuando está anocheciendo (siempre lo hice de día, o de noche, o al amanecer) y también es la primera vez que me abrocho el abrigo (caluroso como soy) mientras saludo a una vecina (suelo hacerme el que no ve a las vecinas, por pura timidez) justo cuando ella saca su bolsa de basura. Esto de las bolsitas de residuos siempre fue un enigma para mí. Sabía que alguien debía sacarlas, pero ¿quién?, depositarlas en el suelo, pero ¿cómo? ¿subrepticiamente? ¿mirando hacia todos lados como quien está por cometer un delito? Esto es maravilloso, me dije. Cuatro experiencias nuevas al mismo tiempo. Y más todavía porque, que yo recuerde, esa era la primera vez que trataba de mirar la hora con la escasa luz del atardecer, mientras abrochaba un abrigo e intentaba un saludo de pura cortesía. Cinco primicias. ¿Y el naranjo? Hasta entonces nunca había reparado en que el árbol que siempre desviaba mi paso fuese un naranjo. Seis primicias. Seis fantásticas primicias para un hombre desganado. Seis sucesos totalmente nuevos en un pequeño y fugaz momento. Sin poder salir todavía de mi asombro, encendí el auto y la radio comenzó a andar (como siempre sucede cuando subo al auto) al momento en que un locutor decía “un laboratorio medicinal con experiencia en el campo de la salud femenina”. Y, por Dios ¿pueden creerme si les digo que era la primera vez que escuchaba a un locutor decir “un laboratorio medicinal con experiencia en el campo de la salud femenina” justo cuando se encendía la radio? Sí escuché, en otras circunstancias, a alguien que decía “recibimos tarjetas de crédito” o bien “usted paga la primera cuota y se lo lleva puesto” o “la vitamina E fortifica el sistema nervioso” e incluso “ingrese a un mundo de colores para decorar con imaginación”, pero nunca nunca esa frase inolvidable. Tuve que parar el auto nuevamente y bajarme. Estaba emocionado y no me encontraba en condiciones de manejar casi de noche. A escasos 50 metros la gente se agolpaba para ver dos vehículos que acababan de destrozarse en un violento choque. Decidí entrar en mi casa nuevamente. Crucé la calle, la vereda, el pequeño porche, busqué la llave de la puerta y, mientras estaba introduciéndola en la cerradura, el señor Tuen Shong (el dueño de la tienda más próspera de la cuadra) me preguntó si no me interesaba ir a ver el choque; sin esperar mi respuesta, por supuesto. Mientras cerraba la puerta tras de mí y subía la escalera, me dije que aquello también era algo decididamente fantástico; era la primera vez en toda mi vida que el señor Tuen Shong me decía otra cosa que no fuese “compla compla compla”. Incrédulo me preparé una taza de café, que bebí fascinado; tomé un libro cualquiera, que leí automáticamente y, con el fondo de llantos, gritos y el ulular de las ambulancias, me fui quedando dormido.
3 comentarios:
Qué genial sería si volviéramos nuestros ojos a las pequeñas e insignificantes cosas que conforman la vida y dejáramos pasar las grandes tragedias de largo. Gracias por esta maravilla.
Dónde compró el filtro, don Rogelio? Acá casi siempre vivimos de accidente en tragedia humana y así hasta el infinito. Nos falla ese filtro que menciona Florieclipse... Gracias!
Todos recordamos nuestras primeras veces de algunas cosas más o menos trascendentes y a traves del paso del tiempo tendemos a idealizarlas. Me despierta curiosidad saber que hará este extraño personaje con las seis "fantásticas" primeras veces que le han acontecido en un solo día.
P:D: es la primera vez que comento un cuento suyo.Veré que hacer con ello ( con el recuerdo) dentro de algunos años.
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