Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.
Julio Cortázar.
Cuando Julio César descubrió a Cortázar, su vida ya no fue la misma. Al contrario de lo que la gente supone, ustedes incluidos, no fueron Rayuela, ni los cuentos famosos, ni la crónica de amor de la autopista, los favoritos. El favorito de Julio era el cuento (¿cuento?) “Instrucciones para subir a una escalera”. Para Julio fue toda una metáfora de cómo comportarse en la vida. Un texto fundamental, una especie de libro divino. Veía en él a la guía perfecta para sus acciones. Lo consultaba para casi todo lo que hacía. Es un deber ser honestos de nuestra parte y contarles que este comportamiento devino en algunas complicaciones para Julio, su familia estaba harta de escucharlo y tener que depender de las ‘instrucciones’ para poder hacer cualquier cosa. Una vez, entusiasmado con la lectura, quiso comprobar por sí mismo el riesgo en que puede incurrirse al levantar los dos pies al mismo tiempo. Al principio le costó mucho trabajo. De hecho nosotros lo intentamos y ninguno pudo. Al levantar un pie se comprueba primero que hay que desequilibrar el cuerpo para hacerlo. Luego, con un pie en el aire, nos damos cuenta que no se puede levantar el otro. Dejamos de probar cuando concluimos que habría que saltar para despegar ambos pies. Uno de nosotros saltó. Julio César trató de hacerlo desde el segundo escalón de una escalera y se cayó. Tuvo un esguince de la muñeca derecha y un hematoma en una pierna. Eso fue por tomar las instrucciones al pie de la letra.
Jugando al fútbol, si bien Julio César no era un dotado, la devolvía cortita y al pie, siempre. En otros menesteres como los de su trabajo o, más aún, en temas familiares y, lo más importante, con sus amigos, Julio siempre estaba al pie del cañón. Varios de nosotros tienen evidencias personales de ese accionar. Cuando se iba a acostar dejaba la ropa que se quitaba, doblada el pie de la cama. Su cama dejaba su lado izquierdo contra la pared para evitar levantarse con el pie izquierdo.
Dotado de cierta obsesión en sus quehaceres, a veces abusaba de la misma buscando la quinta pata (pie animal) al gato. A esta altura del análisis nos queda claro que la idea de creer al pie de la letra a las ‘instrucciones’ no parece tan descabellada. Al principio no dimos pie con bola tratando de entender lo que Julio decía pero, lento y seguro, fuimos captando los detalles, a pie juntillas.
Cierta vez, en el trabajo de Julio César, apareció un nuevo gerente que trajo el objetivo de ‘optimizar y maximizar los márgenes mientras se reducen los costos’. Dicho gerente resultó un déspota que tenía a todos con la cabeza bajo su pie. También es justo mencionar que varios empleados le besaban los pies a pesar que muchas de sus órdenes no tenían ni pie ni cabeza. El comportamiento de este sujeto era clásico, más viejo que andar a pie. Cuando a Julio se le asignó una tarea intolerable, no soportó más, se puso de pie, le dijo al gerente todo lo que tenía para decirle y al final, en un ataque de furia, le dio una patada en el culo. Nótese que se la dio con el pie derecho.
Está de más contarles que lo despidieron del trabajo. Hoy regentea un pequeño negocio de lustrado de zapatos en la zona de los bancos en Buenos Aires, tiene esos asientos altos que permiten que el lustrabotas trabaje cómodo. Como innovación, introdujo el sector femenino de lustrado, a la sazón idéntico al masculino pero con un toque de color y revistas femeninas. Al sector femenino lo atiende personalmente, hace su trabajo con precisión y se detiene morosamente en cada pie. Ha logrado una merecida fama en las empresas de la zona. A sus clientes les da una fotocopia del cuento de Cortázar para ayudarlos a subir la pequeña escalera que permite ubicarse. Además difunde, a pie firme, las bondades casi curativas de dicho texto. Se dice que con algunas clientas ha entrado con el pie derecho. A nosotros no nos consta, pero es probable que así sea, él siempre anduvo con pies de plomo.
2 comentarios:
¡La de cosas que provoca Cortázar!
muy bueno!, felicitaciones
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