La chica se llamaba Ellen y era ingenua, rubia y tejana. Todavía no había salido del aeropuerto de La Habana cuando ya estaba preguntando por cierto babalao a quien le habían recomendado como el mejor de todos. Un santero que curaba hasta el cáncer, vaya. Y como cáncer era lo que tenía su padre, desahuciado ya por las eminencias gringas, la chica había viajado en busca de remedio a la isla caribeña.
No encontró al babalao que buscaba sino a otro que se presentó, muy profesionalmente, como Miguel Melao, hijo de Oggún. “Mijita, yo curo incluso el SIDA,” le dijo. Con gran prosopopeya entregó a la tejana un preparado de agua del pozo, yerba mala y tierrita del patio de su casa. Los mil dólares que les soltó la gringa, agradecida, sirvieron a Melao y su familia para vivir un año. En cuanto al padre de Ellen, se tragó el menjurje de un sorbo y a las cuatro semanas estaba en remisión.
4 comentarios:
Todos los cuentos de hoy fueron escritos por mujeres. ¿Algún motivo especial? En cuanto a "De pura fe". Soy escéptico y no me agradan los relatos de curaciones milagrosas; huelo a fraude. Pero muy bien contado.
Rodrigo Costa-Fevre
Yo por 500 usd curo el cáncer, desaparezco arrugas y enderezo columnas desviadas.
Coincido con lo que dice Rodrigo respecto de los milagros, aún por 500 usd. También coincido en que está bien contado y eso es lo que cuenta.
¡Gracias por los comentarios! La verdad es que yo traté de reírme un poco de esas cosas...No creo que el babalao curase nada, lo que salvó al al enfermo fue la creencia en que podía curarse. Ésa es la causa, en mi opinión, de tanto milagrero que hay por el mundo...Así funcionan las panaceas. Flori, yo creo que en Cuba por esa cantidad hasta le devuelven el pelo a los calvos y el palo...ya paro, que me van a desautorizar el comentario por boquirrota.
Grcias por leerme...
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