domingo, 11 de enero de 2009

¡Hay cada loco! - Héctor Ranea


Pensar como escriben los locos, las bailarinas locas. Las de las alas de mariposas pegadas a sus zapatillas de punta de caparazón de caracol. Porque locos somos todos pero no de remate. Leer lo que escriben los locos del corazón, escribir lo que leen con el corazón (los locos). Los locos de la guerra, digo. Los locos sin remedio ni forma de pasear con perros en el agua. Esos locos que pasean globos invisibles y esperan la lluvia con una cuchara en la mano. Los locos que se cabrean cuando llueven sapos y que no conocen las culebras por lo que las toman por serpentinas. Y cuando llueven las serpentinas los locos razonan que es carnaval y se pasean por el pasillo de los sueños vestidos de soldaditos de plomo y otras zarandajas.
Creer lo que dicen los locos. Creer en las lágrimas de las locas de atar. Salir de paseo con un loco bajo el brazo. Acariciar los sueños de un loco. Posarse sobre un ruiseñor y ser su pluma para darle al loco y a la loca un barniz de ginebra pasada por las plumas de un pájaro nocturno.
Volar con las alondras que ascienden con los locos de remate, los locos que son rematados en las ferias de adentro hacia afuera o de afuera hacia adentro, como hacen los hombres erguidos.
Amar lo que aman los locos y no inventarles semáforos especiales para discapacitados de mente o camiones tanque repletos de leche de iguana (hecha para beber de punta, sin higiene, por ejemplo).
Mirar la Luna de los locos, recoger las estrellas que se les caen a los locos de los bolsillos hechos triza de tanto rascarse los piojos locos que tienen entre estrella y estrella.
Dormir con un loco, con una bailarina loca, con un poeta. Dormir entre las estrellas que sueñan despiertos los locos de atar. Despertar del lado izquierdo de las cucarachas —como los locos— y soñar que no hemos dormido —todavía— en las estaciones de trenes inexistentes.
Crear un punto y una curva en la que los locos alcancen su velocidad máxima de pensamiento. Ahogar una idea propia y adueñarse de la del loco más a mano. Aspirar a ser loco, un bibliotecario loco, una bailarina loca. Un loco de atarse a mariposas de bolsillo y salir a mamarse por conventos esta noche.

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