domingo, 11 de enero de 2009

Con una ayudita de mis amigos - Sergio Gaut vel Hartman


—¿Probaste con una cuerda?
—No. ¿Funcionará? ¿Es ciento por ciento seguro?
—Es lo mejor.
—¿Con quién estás hablando, hija?
—Con nadie mamá. Dejame tranquila.
—Abrí la puerta.
—¡No aporrees la puerta, dejame en paz, por favor!
—Seguro estás con ese vago sucio drogadicto… ¿Por dónde entró?
—¡No estoy con él!
—Se ata la cuerda a la viga…
—Sí, eso ya lo entendí.
—¡Dejame entrar o tu padre…
—¡Basta, mamá! No te voy a abrir. Necesito privacidad.
—¡No estás sola!
—¡No me fastidies!
—Tomaste una porquería. ¡Oh, Dios! Esa basura miserable.
—Listo, jefe. Esta está cocinada.
—¿Con quién estás hablando, nena? ¡Estás hablando con un tipo!
—La cuerda, así, muy bien. Ahora el banquito, primor. Subite, yo lo pateo cuando me digas, no te preocupes por eso.
—Gracias. Usted es muy bueno. ¿Así?
—Así, muy bien.
—Nena. ¡Voy a tirar la puerta abajo!
—Ya es tarde, señora. ¡Listo! ¡Genial! ¿Qué tal lo hice, jefe?
—Apenas discreto. Esta se iba a colgar de todos modos. O se hubiera tirado al paso del tren u otra cosa. Sin crédito extra.
—A usted no hay mierda que le venga bien.
—¡Cuidadito con esa boca!

1 comentario:

Ogui dijo...

Fatal! Quién es el que patea el verdadero banquito? Puede ser el personaje del otro lado de la puerta...