
Era un serial minoritario de ciencia ficción pero cambió su vida. El optimismo y valentía de la historia semanal fueron una inspiración y le dieron nuevos ojos para ver su entorno. Se sintió como si hubiera estado adormilada toda su vida y ahora despertase a un universo de posibilidades. Un cambio integral se notó en su existencia, una nueva entereza se apoderó de su ser, y volvió a despertarse cada mañana con ganas de apurar la vida.
Pero había un pero: el alto listón de calidad de la serie. El resto de programas, en comparación, eran insulsos, estúpidos, sin sustancia. Lo que antes le había parecido fabuloso, ahora era gris. Se sintió sola sin poder hablar con nadie de los episodios, los personajes, las situaciones. Una robinsón crusoe en su pequeña isla de ficción. Era tanto su deseo de nuevas historias que empezó a inventárselas y escribirlas. Descubrió, por casualidad, un foro en internet dedicado a la serie y colgó sus tramas. Gustaron tanto que llamo la atención de uno de los productores que le ofreció participar en la serie. Era un sueño hecho realidad.
Los futurianos del planeta B miraron a través de sus cámaras la jornada de trabajo del grupo de guionistas. La nueva del equipo parecía tan feliz como el resto. Esto les hizo sentirse orgullosos de su labor de detonantes del siguiente paso evolutivo. Como el hermano mayor que enseña al pequeño sus primeros pasos en el camino hacia las estrellas.
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