domingo, 23 de noviembre de 2008

Verdadera historia de amor - Lilian Elphick



Pio Gento, italiano de nacimiento, está enamorado de Helga Tito, hermosa croata de veintiún abriles. Pio no sabe que Charly Tan ya le ha escrito a Helga y le promete amor eterno. En la carta dice llamarse Ron Roneo. Indecisa, Helga prefiere guardar silencio y acechar a sus pretendientes. Con artimañas y digitaciones, cita a Pio y a Ron al Bar Budo. Los hombres se encuentran; Helga se deleita mirándolos a escondidas, mientras Fid, el dueño del bar, le habla de compromiso y de utopías sociales. Miau, contesta Helga, coqueta, relamiéndose una mano. Él, Fid, queda impresionado de la capacidad de síntesis de la bella joven.
Pio se rasca la cabeza; Ron, bastante ebrio, le confiesa su verdadero nombre: Elmo John, avecindado en Sonora. Piacere, dice Pio; la gata es mía, responde Elmo, con la lengua traposa, y pide otro trago a cuenta de su interlocutor.
Fid arrincona a Helga y le toca la cola; ésta, indignada, le suelta un arañazo. Fuck you, Fid, le espeta con elegancia. Decide enfrentar a los pacientes varones que la esperan hace más de dos horas.
Se acerca lentamente. Sus ojos verdes poseen un brillo especial. Pio y Elmo, borrachos, se ríen de la muchacha. Ah, llegó Sar Nossa, escupe Elmo. Tenemos que celebrar a Pulgeria Alexandrova, expectora Pio, reventando una liendre que hace un segundo rodaba por su cuello. Helga los mira con asco, pero finge alegría. Se sienta con ellos y pide un Mary Shelley doble. Después de un rato, Helga también está pasada de copas y ha llegado a la 36 D. ¿Conocen a la escritora Elf Hic?, pregunta, dándoselas de intelectual. Sí, claro que la conocemos, gritan a coro los borrachines, nos acaba de inventar. Antes no existíamos y ahora podemos decir “agua va”. Los hombres vomitan arriba de la barra. Llega Fid y exclama "hemos dicho ¡basta!", seguro del plural mayestático. Te dije que esos dos eran unos burgueses, chica, y se nota que nunca leyeron a Hic, en cambio yo me conozco su obra de la pe a la pa, mi he’mana. Lo que más nos gusta de ella es su cuento “Nanera”; ay, una delicia cuando Ba, la protagonista, libera a su pueblo del imperialismo opresor. Quiero leerlo, musita Helga, ¿me prestas el libro? Te lo regalamos, compañera, hay que dar hasta que duela, y cito a J.J. Martí y Pérez: “conocer es resolver”. Vamos a buscarlo, Fid, lo único que quiero es leerlo, que me duela, mojarme de su sabiduría.
Fid y Helga se besan y salen. La galesa Elf Hic, disfrazada de mesera, barre los restos de sus personajes.

Publicado en Ojo travieso, la bitácora de Lilian Elphick

2 comentarios:

Abol dijo...

Gracias por hacer llegar a Helga Tito y su pandilla hasta aquí.
Un alcance breve: El texto fue publicado en Ojo Travieso, no en Letras de Chile.

Abrazos, L.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Error del operador (yo). Ya lo corrijo. (Las ventajas de la publicación virtual sobre el papel, donde las erratas deben soportarse por toda la eternidad, o hasta que una reedición permita ennmendarlas).