Llegan. Se saludan. Catarata de besos a dos carrillos, cataratas de cariños. Se sientan. Están en una edad indefinida, un poco fondonas. Cuellos hercúleos. Pechos que rebosan, desparramados. Deben haber amamantado a varias generaciones. Hablan, hablan, no dejan de hablar. Piden té. Beben a sorbitos. Ríen hasta las orejas. Sin restricciones. Hacen gestos afirmativos con la mano, como si la dejaran caer muñeca abajo, como si abanaran. Se entusiasman. Vuelven a reír. Se limpian la comisura de los labios con mimo. Alguna habla con la mano regordeta tapándose la boca. Secretean, musitan, bisbisean, susurran, murmuran, parlotean. Sube el volumen de las conversaciones entrelazadas. Forma ya un ovillo enorme. Cada una tira del hilo como puede. Parece imposible que se entiendan. Se entienden. Ponen caras de asombro, de perplejidad, de extrañeza. Se dan palmaditas de entusiasmos. Se calman. Se arreglan el pelo. Abren los bolsos. Sacan cosas. Espejos, lápices de labios, monederos. Se pintan. Se restauran. Se callan durante unos segundos. Pasa un ángel. Son mujeres solas. En ese momento, no hay marca alguna de soledad en sus rostros ni surcos de dolor ni pañuelos de llanto. Son un grupo de amigas. Quizá se conozcan desde niñas. Se arrellanan, se apalancan, se relajan. Al cabo de un momento comienzan otra vez a hablar. Se animan. Es una ola que las inunda, las levanta, las zarandea. Gesticulan. Ya están, otra vez, hablando por los codos. Se contagian. Se embriagan de contento. Hablan todas a la vez, hablan a tontas y a locas. Es el gozo del parloteo, del hablar por hablar. Es la celebración del lenguaje. El don de lenguas. Remojan con júbilo las galletas en el té. Comen con fruición. Son felices. Le están sacando el jugo a la vida.
Publicado en: http://mquinadecoserpalabras.blogspot.com/
1 comentario:
Muy bueno Juan.
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