
Un Funcionario del Gobierno, con una gran dotación de mulas cargadas de globos, cometas, bombas de dinamita y aparatos eléctricos, hizo alto y acampó en medio de un desierto, en el que no había llovido durante diez años. Después de varios meses de preparativos y un gasto de un millón de dólares todo estuvo dispuesto, y una serie de tremendas explosiones se produjeron en el cielo y en la tierra. Todo esto fue seguido por un enorme diluvio que lavó al infortunado Funcionario y a todo su equipo de la faz de la creación, y llenó el corazón de los agricultores de una alegría demasiado honda para traducirla en palabras. Un Cronista de Periódico que acababa de llegar escapó trepando a una colina cercana, y allí encontró al Unico Sobreviviente de la expedición —un conductor de mulas— arrodillado detrás de un árbol, orando con, extremo fervor.
—Oh, no puede pararlo de ese modo —dijo el Cronista.
—Mi compañero de viaje al tribunal de Dios —replicó el Unico Sobreviviente, mirándolo sobre su hombro—, su entendimiento está hundido en la oscuridad. No estoy deteniendo a esta gran bendición; con la ayuda de la Providencia, la estoy trayendo.
—Ese sí que es un buen chiste —dijo el Cronista, riendo a más no poder en medio de la espesa lluvia—: ¡Dios respondiendo a los ruegos de un conductor de mulas!
—Hijo de la superficialidad y el escarnio —replicó el otro—, te equivocas de nuevo, engañado por estas humildes ropas. Soy el reverendo Ezequiel Thrifft, ministro del Evangelio, ahora al servicio de la gran firma manufacturera Skinn & Sheer. Fabrican globos, cometas, bombas de dinamita y aparatos eléctricos.
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