jueves, 16 de octubre de 2008

Borges, el memorioso - Sergio Gaut vel Hartman


Se dice fácil: “pase por aquí”. Estaban en un mundo alucinado y alucinante en el que el hielo estaba destruyendo la tierra. —¿Adónde me trajo? —protestó P2 sin reparar en que Simon Nuth lo había salvado de morir entre las fauces de un demoníaco hámster mutante. Porque hay que decirlo de una buena vez: además de mal llevado y pedante, P2 era desagradecido, autista y feo. Estaba condenado a no ser otra cosa que un miserable pedazo.
¿O no? ¿Podía cumplirse la promesa de Simon Nuth? ¿Es posible clonar a un ser humano? ¿Vale la pena?
—¿No se lo dije? Estamos en 2019. La Tierra está en las diez de últimas. Todo lo que queda de la gran civilización humana son unas bandas de frikis que se dedican a la clonación y a ver viejas series de ciencia ficción. El jefe es un clonado: Borges, el memorioso, el más friki de todos. Fue recreado a partir de unas células bibliosómicas que se encontraron entre las ruinas de la Biblioteca de Babel, dicen.
—¡Me encantaría conocerlo! —exclamó P2.
—Ya lo conoció, en 2023, en nuestro próximo viaje. —Simon Nuth hizo una curiosa mueca—. Borges no se olvida.
—¿De mí? ¡Qué honor!
—No, de lo que usted le hizo.

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