viernes, 5 de septiembre de 2008

El mapa ecuménico - Álvaro Menén Desleal


Sé aquello que Suárez Miranda cuenta en Viajes de Varones Prudentes (libro IV, capitulo XIV, etcétera): "...En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos: en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas". Eso cuenta Suárez Miranda en "Viajes..." etcétera. A Jorge Luis Borges le ha gustado tanto, que se lo he leído, exactamente como lo transcribí, en tres de sus Libros: en la página 167 de la Antología de Cuentos Breves... etcétera, que compiló con Bioy Casares; en la página 103 de El Hacedor y en la 131 de Historia Universal de la Infamia.
Sé también una variante, sucedida en otro Imperio, más Imperio que Todos. Las Generaciones Siguientes, crecidas sobre el Propio Mapa, acostumbradas a jugar con sus Imágenes a escala natural, contribuyeron a la Destrucción de las Ruinas del Viejo Mapa, y hasta desalojaron violentamente a los Animales y Mendigos que las habitaban. Pero un Imperio necesita de Mapas, especialmente cuando es más Imperio que Todos. Así, las Generaciones Siguientes comenzaron un día a levantar uno, en que se logro tal perfección que el Mapa de una sola Ciudad ocupaba todo el Imperio, y el Mapa del Imperio ocupaba el mundo entero. Por eso fue más Imperio que Todos.

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