sábado, 16 de agosto de 2008

Para siempre - Olga A. de Linares


Recorta la foto del diario, más impresionado de lo que nadie podría suponer. Ni siquiera él, antes de verla. Ahí está el avión. Detenido en el aire, mezclando grises y negro en anticipado luto. El ocasional fotógrafo ha capturado la diagonal tétrica que traza la nave minutos antes del impacto, y que a él, remoto testigo, le causa tanta angustia. No puede dejar de pensar en los pasajeros desconocidos, que en ese momento capturado por la foto aún respiran, pero que de cierta forma ya están muertos, condenados por la caída inevitable. Lo envuelve un torbellino de imágenes y sensaciones. Arrastrado por el eco de su espanto, huele miedo, ira, una incrédula impotencia, y el caos desatado lo inunda como, si de alguna forma, también él estuviese a bordo. Y tiene que apretar los labios para no gritar, tan incapaz de huir del desastre como ellos. Siente que, congelando el momento previo al desastre, la foto los coloca a todos en un limbo del cual jamás saldrán. Que los ha condenado a perpetuar el terror para siempre, en la caída interminable hacia una tierra que nunca volverán a pisar.
No del todo muertos.
No del todo vivos.
Atrapados por la eternidad.
Y la contempla una y otra vez, obsesionado; también él condenado, mientras tenga vida, a esa angustia inútil, a una estéril compasión que lo une, inexplicablemente, a la tragedia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusto mucho la temàtic y el estilo, asì como el escrito que me resultò agradable por las palabras utilizadas que me facilitaron la visualizaciòn del texto. Lo disfrute.