Todo el mundo sabe que los perros son fervientes platónicos. Idealizan a su amo hasta el extremo de obedecer con agrado sus órdenes y ofrecer su vida si es necesario. Por lo general, su existencia se basa en buscar la perfección en la obediencia y sumisión a un ser humano. Siempre van a por la pelota que les lanzas.
Todo el mundo sabe también que los gatos son finos aristotélicos. Curiosean en todo, no creen en ideas absolutas, antes que la pelea por sus convicciones buscan el término medio que mejor convenga y tratan a los humanos con lógica: como objetos de estudio muy aprovechables. Nunca van a por la pelota que les lanzas. Y si la vuelves a lanzar, te miran como si fueras idiota.
Es evidente, por tanto, que tradicionalmente los perros tengan mejor fama que los gatos. Pero a los gatos no les importa. Nos conocen bien. ¿Acaso no es mejor que te traten como un idiota que tener que sacarles a pasear todos los días?
Todo el mundo sabe también que los gatos son finos aristotélicos. Curiosean en todo, no creen en ideas absolutas, antes que la pelea por sus convicciones buscan el término medio que mejor convenga y tratan a los humanos con lógica: como objetos de estudio muy aprovechables. Nunca van a por la pelota que les lanzas. Y si la vuelves a lanzar, te miran como si fueras idiota.
Es evidente, por tanto, que tradicionalmente los perros tengan mejor fama que los gatos. Pero a los gatos no les importa. Nos conocen bien. ¿Acaso no es mejor que te traten como un idiota que tener que sacarles a pasear todos los días?
1 comentario:
Con tan pocas palabras,muy pocos describieron tan bien,estos dos animales.Lo felicito.
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