Estaba medio dormido cuando se dio cuenta de que estaba creciendo. De hecho, no lo hubiera notado aún si no habría echado la vista parpadeante sobre sus piernas tendidas; a partir de aquel momento, no cerraba los ojos para ver lo que iba a pasar. Al agrandarse hasta llegar al tamaño de un grupo de edificios, pudo observar su ciudad desde el punto de vista de pájaro o de Alice. Los que pasaban por el asfalto, parecían no hormigas sino una especie de pixels andantes. Al llegar al tamaño de una estrella mediana, vio que formaba parte de un organismo, como una célula o un electrón. Al crecer más (todavía no sabía cuántos mases hay), pudo distinguir unos rasgos de los mismos organismos. No se sabe por qué cerró los ojos en este momento preciso cuando empezaba a aprender la variedad de las formas; pero, de todos modos se despertó enseguida. Era la madrugada.
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