domingo, 9 de noviembre de 2014

Desconexión – Carlos Enrique Saldivar


—¡Al fin! —dijo el científico—. ¡He logrado crear la madre de todas las computadoras! ¡Y con ella he podido atrapar la infinita telaraña de Internet, conectando cada una de sus redes a un lugar común! He triunfado, al fin lograré mi gran objetivo: poner fin a esta enorme pesadilla, liberar al mundo de esta cárcel tecnológica que nos mantiene como animales, presos, idiotizados.
El hombre permanecía deslumbrado ante su magnánima invención, no era un artefacto grande, pero sí una creación genial. Esta iba atrapando poco a poco la enorme maraña de Internet hasta convertirla en parte de sí, de esta manera podría desconectar todas las líneas del mundo de golpe, haciendo que la reconexión fuese imposible. Dentro de poco llegaría el gran final. El sujeto tenía sus motivos personales para realizar el violento experimento. Había perdido a su familia, amigos y prometida por culpa del mundo virtual. Estaba solo y sufría. Había tardado nueve años en crear su fabuloso aparato, y al fin conseguiría su venganza.
El proceso se había completado. La Red y la inquietante máquina ya eran una.
—Únicamente he de apretar un pequeño botón y todo llegará a su fin —susurró el espabilado personaje.
Recordó entonces lo fantástica que era Internet. Lo asombrosa, magnífica e incontenible que podía llegar a ser. El libro de arena de Borges. La dimensión de los sueños de Cornwell. Quizá esta inmensa maravilla era también indestructible. O tal vez no. Era cuestión de intentarlo, de presionar el interruptor para anular el sistema que mantenía al gran prodigio con vida. En cuanto apagara el armatoste todo llegaría a su fin. El científico estaba nervioso, su corazón latía con rapidez. No, no debía acobardarse a estas alturas. ¿Podía salir algo mal? Nunca un ser humano común había llegado tan lejos. Nunca.
Oprimió el botón...
Y ocurrieron dos cosas:
La Internet se mantuvo.
La mente del hombre se desconectó para siempre.

Lima, diciembre de 2007

Sobre el autor: Carlos Enrique Saldivar

1 comentario:

Ada Inés Lerner dijo...

Carlos Enrique, Excelente texto, la aviesa intención de tu personaje tuvo su merecido ¿qué haríamos sin internet?