Hacía ya una hora que había detenido el auto al costado de la ruta, buscando un poco de silencio para su ruido interior, ese que no podía acallar así nomás. A su alrededor, extensiones de tierra sin labrar, sin cultivar, tan pobres y resecas como su propia vida. Un árbol añoso, del cual no podía recordar el nombre, le ofreció la posibilidad de un refugio para el incendiario sol de ese raro invierno. Como pidiendo permiso, acomodó su cuerpo en una hendidura del tronco y se dispuso a aspirar el aroma refrescante y suave de esas hojas gruesas que resistían el asedio permanente del clima y del paso del tiempo. Concentrarse en los ruidos, identificarlos y silenciarlos, eso era lo que tenía que hacer. El psiquiatra se lo había recomendado, la instructora de yoga sugería concentración y meditación, el terapista floral con sus gotitas para el equilibrio y la armonización de su yo interior… Poco a poco, siguiendo el ritmo de la respiración, cada sonido fue apagándose apenas era reconocido. Monótono y pegajoso, un nuevo sonido llegaba desde algún sitio imposible de precisar. Lo conocía pero no podía nombrarlo, era inasible, no el sonido pero sí el nombre, eso que lo hacía palpable y concreto. Se sintió maldito. Su capacidad auditiva tenía ahora que dividirse para prestar atención a esos ruidos de adentro y de afuera que lo obligaban a estar alerta como tigre de asediado. Cerró los ojos y en un esfuerzo vital los unió. El oficial de la caminera lo sacó del mundo esférico en el que había entrado. - ¡Sí, sí…Fui yo, no quería, se lo juro…No sé qué me pasó…Los ruidos, los ruidos…La maté, la maté… No era mala, pero no se callaba no se callaba y yo no sé pero pero ¿cómo se lo digo?... Aturdido, así estaba y…y ahora usted viene y está bien, así debe ser ¿no? - Mire, don, cálmese y no se preocupe…A cada rato aparecen bichos muertos en la ruta, yo le venía a decir que nos llamó la atención encontrar un auto con el motor encendido y una puerta abierta… ¿es el suyo?
JUEGOS FLORALES 2024
Hace 2 meses.
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