sábado, 9 de noviembre de 2013

Manos temblorosas – Sergio Gaut vel Hartman & Carlos Enrique Saldivar


Ladya miró con atención a Bustamante, intentando descifrar lo que pensaba y sentía, pero no logró averiguar nada en esos ojos vacuos, en esas facciones que parecían lijadas y pulidas. Los expertos que los rodeaban tampoco parecieron advertir ningún indicio de lo que estaba por venir. Ella sabe que no logrará salir viva de este lugar, pensé mirando el suelo; tendré que empezar de nuevo.
—Todos lo sabíamos —murmuró Ladya, desnudando mi mente—. Era natural que así fuera después de un comienzo tan desafortunado.
Decidí ocultarle mis pensamientos. De nuevo ella dirigió su vista hacia Bustamante. Era injusto, yo pensaba en Ladya, y esta se concentraba en aquel desquiciado. Él la veía como una apetitosa liebre, yo en cambio la amaba.
—No existe —resonó la voz del médico jefe—. Es una entidad que usted ha creado para mantener sus dos personalidades en balance. —Ladya y yo nos observamos—. Esta sesión es importante, no deseamos que usted elimine de su inconsciente a esa persona imaginaria. Necesitamos que la refuerce, para que usted ya no cometa más crímenes.
Con ello deduje que Bustamante era real. Él era el perpetrador de tales delitos, los cuales incluían el homicidio. Si este maldito veía a Ladya como un pedazo de carne que nunca podría devorar, entonces ella no era verdadera.
Por primera vez Bustamante giró la cabeza hacia mí, y me susurró:
—Pronto terminará todo. —Puso su mano sobre mi pierna.
Quise escapar de ahí, pero fui retenido por los enfermeros.
¿Bustamante soy yo?, grité. ¿Soy yo?
—No —dijo el médico—. Usted es Ladya.
Miré mis delgadas manos, mis uñas pintadas. Oí mi aguda y chillona voz.
Me condujeron a mi celda. El otro, el psicópata, se mostró complacido y me siguió durante todo el trayecto.
Nos encerraron juntos. Yo temblaba.

Acerca de los autores:
Carlos Enrique Saldivar
Sergio Gaut vel Hartman