Me gusta mirar la vida desde la
ventana. No sé el tiempo que llevo así, sentada en mi sillón de
orejas apaciblemente, observando cómo el viento despeina los árboles
y hace danzar una bolsa tirada sobre la acera. Yo soy esa bolsa que
levanta el vuelo para volver a caer, y también formo parte del
viento que la mueve. Siento cómo germino poco a poco y me voy
abriendo paso entre la tierra tibia. Soy la tierra tibia y la planta
que pugna por ver el sol. Soy la nube de formas caprichosas que flota
en el cielo y la lluvia que se derrama incontenible. Juego con los
niños que gritan y corren por la acera, y siento sus corazones
desbocados de dicha. Beso a los jóvenes que se besan: soy su saliva
y su aliento.
Las personas que viven ahora en mi casa
suelen sentarse en mi sillón de orejas sin entender el porqué de
ese escalofrío que sienten. No pueden verme, solo la niña pequeña
sonríe cuando me mira. Yo soy también la niña.
Acerca de la autora:
Paloma Casado Marco
Acerca de la autora:
Paloma Casado Marco
2 comentarios:
Muy hermoso tu texto. Pareces convertirte y sentir la libertad mientras lo lees. Muy bonito y poético Paloma. Un abrazo. Gloria
Emotivo e inquietante a la vez.
Me ha gustado.
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